Por: Frank Epalza Jiménez.

En el municipio de Soledad Atlántico, Colombia. Adquirir un lote, tomarse una calle , apropiarse del espacio público , entre tantos procedimientos comunes , ya parece que quienes acuden a esos mecanismos , cuentan con sus propias leyes, y lo hacen en la gran mayoría , bajo el amparo y permisidad, de los mismos funcionario, , y autoridades, quienes no quieren comprometerse en aplicar la justicia, para la cuál tienen embestiduras.


No hay un Poncio Pilatos, que salgan con las manos lavadas, entre los mandatarios que a través de la historia, no hayan permitido una invasión a los bienes , tantos del municipio , cómo de particular.


Asi, es el crecimiento irresponsable que ha tenido el segundo territorio poblacional en el departamento.


Podemos destacar la periferia del centro histórico, zonas de los sectores de las villas, algunos hasta han bautizado su proyecto , con el nombre de la progenitora, para simentar la credibilidad ante sus clientes , compradores y después votantes.
Pero lo más significativo , es el surgimiento de grandes proyectos urbanístico. Conjuntos de apartamentos, con los estándares nacionales, diseños, colores, iguales para todas las ciudades del país , contrastando con el acerbo paisajismo, cultural y ambiental de la región, y lo que además lleva en su orígen, la duda en la tradición del documento catastral, en algunos de ellos.
Tampoco sé puede descartar , en la duda a la adquisición del predio sobre el cual están algunos centros comerciales , y educativos.
Señalar estos escenarios , no es estigmatizar el crecimiento del municipio, pero sí es a manera de observancia histórica, para tener en la cuenta.