Por: Jaime Guzmán

Los vendedores informales y comerciantes del centro de Barranquilla cada día sienten mayor inseguridad por las constantes apropiaciones de los maliantes y lo peor es que ni con la misma autoridad se logran salvar puesto que estos de manera fría realizan de manera semejante el oficio que manda la parada hoy en la ciudad, la extorsión.

Es tanto lo que ocurre que la gente ya no sabe que hacer con sus vidas. En sus rostros se ve como gritan en silencio su desesperación, cuando les arrebatan los indigentes los productos con los que salen a vender, sabiendo el esfuerzo que hacen para poderlo obtenerlo.

Lo peor no termina ahí… Con lo poco que ganan estos comerciantes llegan los uniformados de verde y con lujosas motos, a intimidar, le ofrecen seguridad pero a cambio que le entreguen cargamentos de verduras, frutas o cuaquier otro producto; sino son ellos son los de espacios públicos que los amedrantan a que están desobedecen el espacio público.
Aquí los policías llegan y nos piden a nosotros como trabajadores informales, aproximadamente $50.000 lo que nos corresponde promedio un día de trabajo» expresa, María, una de las jóvenes trabajadoras.

» A nosotros no es que nos guste este trabajo es que nos toca. Además, aquí en Barranquilla no hay oportunidades para trabajar, no es fácil», amplía, María.

Según ellos al mandatario Jaime Pumarejo se le ha insistido que les tengan en cuenta y que los proteja, pero hace caso omismo a esta delicada situación.