#opinión

Por: Alfonso Camerano

Cómo una pelota que bota el aire por la primera polilla así fue el Paro General de miércoles a domingo en las principales ciudades del país.

La reforma tributaria fue la válvula de escape de realidades sociales de más profundo calado, suficientes para haber puesto en la calle cientos de miles de hombres y mujeres desesperados por el drama del hambre, el desempleo y desesperanza.

Si no se hubiera sumado la torpeza del gobierno con el proyecto de reforma que hoy retira del Congreso de la República, la gente ya estaba en el punto del estallallido, con el desastre que la pandemia ha ocasionado al conjunto de las clases sociales que acrecientan las cifras de la pobreza absoluta.

Las marchas y concentraciones estuvieron integradas por gentes de todas las edades y sectores sociales en pleno pico de la tercera ola de la pandemia que arrasa a diario a miles de ciudadanos, corriendo los manifestantes ese alto riesgo de contagio y elevar con su pellejo el número de víctimas en los próximos días.

Nada de eso valió; el desespero de la base social ha llegado a niveles impredecibles que ni siquiera los partidos y organizaciones alternativos en su conjunto puedan canalizar el generalizado descontento popular.

Se pusieron al frente, en el preámbulo a la protesta, y en desarrollo de los acontecimientos, la Colombia Humana de Gustavo Petro y Gustavo Bolivar; el Polo Democratico, con Alexánder López y Wilson Arias; el partido Dignidad, de Jorge Robledo; la Unión Patriótica, con Aida Abella; se dividieron y dispersaron los de la Alianza Verde, empezando por Claudia Lopez; se invisibilizaron los precandidatos Fajardo, Federico Gutiérrez, Alejandro Char; los gremios económicos enlanguidecieron; la iglesia se pronunció sobre la inconveniencia de la reforma pero hasta ahí.

La revuelta no la dirigió ningún partido; menos la decisión de prolongarla para aremeter por distintos puntos, confrontándose y poniendo sus muertos, heridos, detenidos o desaparecidos.

Se vio a vigorosos jóvenes y jovencitas; gente de medio tiempo y de la tercera edad, arengando y confrontándose en las calles de una manera inédita a cómo se dieron otras expresiones de rechazo a medidas antipopulares.

Se notó, por los niveles de arrojo y temeridad, en actos de vandalismo, pero que no es más que el desespero de muchísima gente al proceder contra instalaciones del sector bancario, de donde arrancaron cajeros automáticos completos, desempotrandolos de sus estructuras, o tomando sus oficinas para alzarse con los computadores, o del sector del comercio que saquearon, exponiendo sus vidas en esas irrupciones, a lo que está dispuesta la gente en este callejón sin salida.

Vale decir que aún con la medida de sacar al Ejército a la calle, en lugar de sofocar la respuesta de los millones de marginales sociales, pobres absolutos, profundizaría aún más este volcán trepidante del cual habla el veterano conservador Juan Camilo Restrepo en una entrevista de hoy domingo 2 de Mayo en el diario El Espectador con la periodista Cecilia Tascón, conminando al Presidente Ivan Duque a bajar el tono draconiano, y a buscar entendimiento con la sociedad civil vapuleada.

Y después de leer el informe DANE sobre el retroceso social con el 47% en la pobreza absoluta, comiendo una sola vez al día, subalimentada, pretender imponer el desastroso proyecto de ley 010 para entregarle la Salud a las más sólidas multimillonarias EPS, en medio de este desastre nacional, es leña seca para esta hoguera que difícilmente podrán apagar en lo que resta del año, alcanzando la Convulsión social las próximas elecciones presidenciales que ni de riesgos podrían robarse como es costumbre.

Está en vilo la estabilidad política del sistema con un gobierno torpe y débil que cree puede salvar su gestión y a su partido echándole el Ejército Nacional al pueblo enardecido para encimarle más muertes a los que ya cayeron en esta confrontación que hunde raíces en grietas tectónicas más allá de las mentiras del “castrochavismo” o del cuco “socialista”, y son las falacias de gobernantes entregados a una elite poderosa de ricos que no sueltan sus privilegios asi sea costa de darle bala a un pueblo que se la juega antes de morir de hambre.

Ojalá no se les ocurra matar a Petro.
Cómo le contestó Jorge Eliecer Gaitan a la pregunta del periodista y traductor del diario El Tiempo, don Hermando Vega Escobar, el día anterior a su magnicidio: Dígame, doctor Gaitan, usted no ha pensado qué pasaría si a usted lo matan? Y con esa seguridad que lo caracterizaba, respondió:

Usted se imagina Hernando la que se armaría en este país si a mí me matan…!!!

Y de veras, todavía está armada la debacle después de ese horrendo crimen..!!!

Lo qué pasó esta semana va más allá de la Reforma Tributaria..

Suenan timbres, decía el poeta Luis Vidales…!!