Por. Redacción
Un equipo de investigadores encontró que los marsupiales y roedores que habitan en áreas deforestadas del Bosque Atlántico de Suramérica viven con mayores niveles de estrés que aquellos que viven en áreas boscosas que no han sido intervenidas.
La deforestación es un problema extendido por muchos de los países del mundo.
La Amazonia brasileña, por ejemplo, perdió más de 840.000 hectáreas por este proceso en 2020.
De hecho, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (conocida como FAO), América del Sur tuvo, anualmente, una pérdida de bosques de 2,6 millones de hectáreas, entre el 2010 y el 2020.
Este proceso de destrucción natural no sólo genera angustia y ansiedad en la especie humana. De acuerdo con un reciente estudio del Museo Field de Historia Natural, en Chicago, Estados Unidos, los roedores y marsupiales que habitan en las parcelas más pequeñas del Bosque Atlántico de Sudamérica están bajo más estrés que aquellos que viven en los bosques que no han sido transformados o afectados en gran magnitud por este proceso.
«Sospechamos que los organismos en áreas deforestadas mostrarían niveles más altos de estrés que los animales en bosques más vírgenes, y encontramos evidencia de que eso es cierto», dijo al respecto Noé de la Sancha, investigador asociado en el Field Museum de Chicago y coautor del artículo.
Según detallaron en el artículo los investigadores, la destrucción del hogar de un animal puede transformar de forma drástica su vida. Esto, porque se reducen los recursos de alimentación y el territorio. También sucede que aumenta la posibilidad y la frecuencia del encuentro con depredadores.
Para el estudio, los investigadores atraparon 106 mamíferos (cinco especies de roedores y dos especies de marsupiales) de parcelas de bosque en el este de Paraguay, de una zona que se ha visto afectada por la tala y la ganadería.
Luego, tomaron muestras del pelaje de los animales, debido a que las hormonas se acumulan en el pelo durante un tiempo considerable y podrían presentar una imagen más clara de los niveles de estrés que presentan las especies en comparación con las hormonas que se encuentran en una muestra de sangre.
«Las hormonas cambian en la sangre minuto a minuto, así que eso no es realmente un reflejo exacto de si estos animales están bajo estrés a largo plazo o si simplemente huyeron de un depredador hace un minuto», dice David Kabelik, profesor asociado de biología, presidente del Programa de Neurociencias en Rhodes College y coautor del estudio.
Según explicó el profesor, el grupo de investigadores estaba intentando llegar a un indicador de estrés a largo plazo. “Dado que las hormonas del estrés glucocorticoides se depositan en el pelaje con el tiempo, si se analizan estas muestras, se puede ver una medida a largo plazo de su estrés”, explicó.