#Opinión
Desde hace doce años no estábamos en una situación como la actual, por primera vez en una década, se abre la posibilidad real de un cambio en el Distrito, sin embargo, quienes hoy tienen la responsabilidad histórica de liderar dicho cambio, no han tomado la decisión que, a gritos, la ciudadanía sabe que es la correcta; ¡unión!
Me resisto a seguir sufriendo el apartheid que Fuerza Ciudadana ha impuesto a los cientos de miles que no comulgamos con sus ideas forjadas en el radicalismo de izquierdas, del cual fui consciente, al acercarme en un corto tiempo solo a la superficie de sus múltiples capaz, eso fue suficiente para enterarme de la verdadera genética de ese movimiento.
Pasaron doce años para darnos cuenta de que nos engañaron, que nos llenaron de discursos de odio, y de sermones hipócritas que sabían jamás podrían hacer valer. Dizque lucha contra la corrupción, dizque trabajar por el empleo, por la educación, la seguridad, las oportunidades, pero se volvieron como el nido de la paloma…
Recuerdo aquellos días, en que puse mis esperanzas en ese partido político, no para beneficiarme directamente sino en procura de ver un futuro prometedor para esta gran masa manoseada a la que llaman samarios nativos y adoptivos, pero hoy, engroso la población más grandes de esta ciudad, la de los decepcionados, la de aquellos que no volveremos a darle un voto a quien se ponga una camisa naranja, pues sabemos que es un voto perdido, un golpe a los más débiles, toda vez que nos ha quedado claro, que los gobiernos de izquierdas radicales aman tanto a los pobres, que los producen por miles, aunque esa consecuencia nefasta nunca toca a los amigos íntimos y familias de quienes ostentan el poder.
Pero todo está en bandeja de plata, y a pesar de que van a botar todo el dinero imaginable en estas campañas políticas, la experiencia nos ha enseñado que cuando un pueblo está hastiado no hay chequera que valga, y la gente corre en bandadas a castigar a los verdugos del momento. La credibilidad la tienen por el suelo y en sus mismas filas hay fuertes fracturas, pues eso de imponer a la hermana, si fue muy del estilo de un tirano como Daniel Ortega, y un mensaje fatal a la opinión pública, y esto es, que Carlos Caicedo considera que solo su genética es la perfecta para gobernar las casi 600 mil almas que aquí conviven.
Como un simple ciudadano oriundo de la Paz Cesar, pero con el corazón en el mar, le pregunto al Dr. Carlos Pinedo Cuello, al Cura Ordoñez y a mi estimado colega Edgar Santos, ¿qué esperan para dar el mayor golpe de democracia que se ha visto en estas tierras? Es verdad que el pueblo es el soberano del voto, pero son ellos quienes pueden orientar sabiamente la voluntad popular, pues si esto no se logra a través de la unidad, estaremos condenados a otra década de mentiras, a vivir en un crudo invierno disfrazado de primavera e inundados de naranjas podridas.
Mientras ellos solo tienen la plata porque el discurso les caducó, ustedes lideren los sueños y las esperanzas de las ciudadanías libres, de los ricos, de la clase media y de los menos favorecidos, al final a todos nos afecta este desgobierno.