Después de vivir durante 35 años en Estados Unidos, una pareja colombiana fue deportada en 2019 bajo las políticas migratorias del gobierno de Donald Trump. Hoy, desde Medellín, relatan por primera vez el drama de haber sido arrancados de la vida que construyeron, separados de sus hijos y devueltos a un país que apenas recuerdan.

Carlos y Teresa* llegaron a Estados Unidos en 1984, huyendo de la violencia que azotaba su natal Barranquilla. Como muchos migrantes, entraron sin papeles, pero con la firme convicción de construir una vida mejor. Allí trabajaron duro: él en construcción, ella en limpieza. Tuvieron tres hijos, todos nacidos en suelo estadounidense.

“Nuestros hijos son ciudadanos. Estudiaron, se graduaron, trabajaban. Nosotros pagábamos impuestos, no teníamos antecedentes. Todo lo que hicimos fue con esfuerzo y honestidad”, dice Teresa entre lágrimas.

En 2019, durante una de las redadas masivas promovidas por el entonces presidente Trump, agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) llegaron a su casa en Nueva Jersey. “Nunca lo olvidaremos. Fue un amanecer frío. Golpearon la puerta y nos dijeron que teníamos una orden de deportación pendiente desde 1996”, cuenta Carlos.

“Pensábamos que por ser padres de ciudadanos y no tener delitos, estábamos seguros. Pero no. En cuestión de días nos mandaron de vuelta”, añade.

Hoy viven en un pequeño apartamento en Medellín, sin empleo fijo, lejos de sus hijos y nietos. “Es como vivir en el exilio, pero dentro de tu propio país. Nos sentimos extranjeros aquí y allá”, dice Teresa. Aunque han solicitado una revisión de su caso con abogados migratorios, las posibilidades son pocas.

“Nos arrancaron la vida. Y también nos arrancaron el derecho a envejecer junto a nuestros hijos”, concluye Carlos.

El caso de Carlos y Teresa no es único. Durante el mandato de Donald Trump, más de 900 mil personas fueron deportadas. Muchas, como esta pareja, llevaban décadas viviendo en EE. UU. y no representaban una amenaza. Su historia representa una de tantas voces silenciadas por una política migratoria que dejó heridas aún abiertas.

*Los nombres fueron modificados para proteger la identidad de los entrevistados.