El pasado viernes 11 de abril, tras un fuerte aguacero, el “nuevo Malecón de Rebolo” quedó completamente inundado, dejando a su paso caos vehicular, afectaciones a viviendas, locales comerciales y una profunda indignación entre los habitantes del sector.
Lo que fue presentado como un símbolo de renovación para el suroriente de Barranquilla terminó evidenciando graves fallas de planeación y ejecución. La falta de un sistema de drenaje adecuado y el incumplimiento de estándares técnicos convirtieron la obra en una trampa de agua que hoy pone en riesgo a toda una comunidad.
Y mientras Rebolo se ahoga, el alcalde parece tener otras prioridades: ampliar el aforo del sistema de transporte masivo bajo la promesa de “aumentar la productividad”. Pero, ¿quién se beneficia realmente de esas decisiones? La gente en Rebolo lo tiene claro: unos pocos intereses privados, mientras los sectores populares siguen en el abandono.
La comunidad exige respuestas, soluciones estructurales y no más discursos vacíos. No más maquillaje urbano mientras los barrios siguen enfrentando emergencias evitables.
¿Y Rebolo qué? ¿Dónde está la inversión real para su gente?
¡La ciudad no se construye desde arriba ni desde el centro, se construye desde sus barrios olvidados!