Por: Jaime Guzmán
Cada 4 años en Barranquilla como en el resto del país, empiezan la guerra ideológica de los políticos que aspiran al poder ya sea ejecutivo, legislativo.
En medio de ellos, circulan en los diferentes medios de comunicación, las aspiraciones de cada uno, a partir de las líneas problemáticas que aquejan a cada uno de los habitantes.
Sin embargo, he aquí el nacimiento de un problema que con el pasar de los tiempos, ha crecido como una bola de nieve y es la dependencia «ideológica» de los llamados periodistas tradicionales e independientes de acuerdo a alguna maniobra ajedresistica de algún político de turno.
Lo llamativo es que de acuerdo a lo anterior, ya el poder de la información pasó a un segundo plano y la opinión es resaltada casi en primera plana, prefiriendo siempre las declaraciones de un candidato que como resultado le pueda suministrar un recurso considerado a un periodista, denotando la poca imparcialidad de este en su ejercicio y así publicarse la información en prensa, radio o tv.
Como consecuencia de ello, se forjan disputas «ideológicas» que rayan más en problemas de investigaciones judiciales, y mientras uno distraen con promesas nuevas a partir de discursos esperanzadores, otros con el pan y circo, y el periodista independiente, raya en una información con ciertos tonos amarillentas.
Entonces la pregunta seria: ¿ quien seria el líder de información que enlace, sirva de puente con la neutralidad que se necesita para que la opinión pública pueda reflexionar y lograr así un pensamiento racional y determinar quien es el mejor opcionado para llegar al poder ?
Ante la carencia de objetividad y dependencia de los periodistas independientes, ya la ética está pisoteada y creemos que con leer máximas o frases, con saber una reflexión acerca de un pasado heroico e histórico, o con solo mirar o escuchar una fuente, somos más eruditos o estamos actualizados y la razón en manos de los periodistas que terminan de herir así a la población que es a la final quien paga «los platos rotos»
Periodistas: los invito a no solo a conocer el por qué, cómo, cuándo, dónde, quién, para qué…
Sino saber especialmente el contexto del acontecimiento. Investigar a fondo. No ser marionetas del poder y así llevar a cabo una posible información objetiva; así la democracia seria más clara en su ejercicio y la opinión pública podría discutir sin los ojos vendados y las manos atados.
Ojalá y los medios fueran más objetivos y dejaran de ser títeres de un estado y gobierno cada vez más «hiperparcializado» a un costado más involutivo que progresivo.