#Opinión

Rafael Martínez no solo hereda un estilo malsano de hacer política, sino un departamento en ruinas.

En cuatro años el señor Carlos Caicedo se dedicó a pelear con todo el mundo, tanto que hasta J Balvin cayó en su lista de víctimas, al criticarlo por no hacer lo que él quería en torno a la pandemia, llenó el departamento de vallas color naranja anunciando obras que solo contaron con la primera piedra y que nunca se llevaron a feliz ejecución, le entregó el departamento a los grupos armados, de tal suerte que fue común enterarnos de masacres en distintas partes del territorio, se inventó una amenaza de muerte para ir a Francia a hacer lobby con un partido de extrema izquierda, con el fin de proyectarse a nivel internacional como un gran líder continental, por eso se la pasaba con el grupo de puebla, gobernando en su entender los designios globales, pero dejando de lado los destinos del departamento, abandonó a las clases desfavorecidas, pues en poco contribuyó a sacarlos de la pobreza, sino a amarrarlos con el asistencialismo propio de los políticos manipuladores.

No nos extraña, que el nuevo gobernador siga por la misma senda de destrucción y desinformación, lo cual se reduce en hablar mucho, gritar más y hacer poco.

Entrando en cifras, el departamento del Magdalena según el DANE es el tercero a nivel nacional en pobreza monetaria y el cuarto en pobreza extrema, en lo que tiene que ver con cobertura del servicio de alcantarillado estamos en el último lugar, en educación superior en el Caribe somos el quinto departamento, de los 30 municipios 22 están afectados por actividades narco-paramilitares, en cuanto al desarrollo empresarial, el impulso del sector privado excluyendo a Santa Marta es ostensiblemente inferior, condenando al territorio a un atraso casi incurable, y las cifras empeoran; sin embargo dejemos hasta aquí. Este es el departamento que heredó Rafael Martínez.

Contrario sensu, en lugar de decir como iba a solucionar el mar de inconsciencias dejadas por el señor Caicedo, se limitó a descargar un barril de adulaciones que no hacen parte de las sinceras admiraciones, sino de las más indignas lambonerías, y a atacar sin cuartel al nuevo alcalde de Santa Marta; y como ya lo dejé entrever, esa actitud nace de un estilo de política malsana, y es la forma de ocultarle a la opinión pública, que en la gobernación, el señor Caicedo Omar pasó sin pena ni gloria, bueno, más pena a decir verdad.

En ultimas, el señor Rafael Martínez de forma hábil intenta posicionar un tema en la matriz de opinión, para tapar el fracaso de su predecesor, pero olvida que las mismas ciudadanías libres que luchamos para devolver la democracia al distrito, seguimos desde nuestras trincheras colocando nuestro grano de arena, para que el, (Rafael Martínez) sea el próximo en ser revocado, y más allá de eso, lo importante, es que este departamento a pesar de no contar con un buen sistema educativo público, está lleno de gentes con capacidad de discernimiento suficiente, como para identificar a un grupo de charlatanes, de quienes si desean hacer y hacen por el bien de las mayorías.

Como corolario, dejo clara una cosa, quien ganó en las elecciones aritméticamente fue Carlos Pinedo Cuello, por dos razones: 1) Jorge Agudelo fue impuesto candidato por la mala praxis de un juez que avergonzó a la judicatura entera, lo cual lo hace ilegitimo, y porque la misma judicatura se encargó de corregir el error; y 2) El equipo de abogados que defendimos al nuevo alcalde, estábamos seguros, que al seguir escrutando las comisiones escrutadoras zonales faltantes en la comisión distrital, los votos de Carlos Pinedo se iban a encontrar, pues el mar de fraudes electorales, saldrían a flote…
van a salir.