La frase “Nos va a dar acá hasta Navidad”, pronunciada por la jueza que lleva el caso contra el expresidente Álvaro Uribe Vélez, ha encendido las alarmas entre algunos sectores que ven con preocupación la forma en que se está manejando el proceso judicial.
Lejos de tratarse de una afirmación inocente, el comentario revela un tono de afán procesal que contrasta con la necesidad de garantizar un juicio exhaustivo, imparcial y sin presiones. ¿Puede una expresión coloquial justificar la celeridad con la que se están tomando decisiones clave en uno de los juicios más delicados del país?
¿Rapidez o precipitación?
La jueza ha impuesto un ritmo inusualmente acelerado en el juicio, agendando audiencias con frecuencia y limitando tiempos de intervención, argumentando que el proceso podría alargarse «hasta Navidad» si no se actúa con premura. No obstante, varios analistas advierten que esta velocidad podría poner en riesgo el debido proceso y el derecho a la defensa, especialmente en un caso con tantos elementos probatorios y múltiples actores involucrados.
Un juicio bajo presión
Este proceso no solo implica a un expresidente, sino que también pone a prueba la independencia de la justicia frente al poder político. En ese contexto, frases como la de la jueza —aunque parezcan coloquiales— abren la puerta a dudas razonables sobre si el caso se está resolviendo bajo criterios jurídicos o bajo la presión del calendario.