Por: Pedro Lara Castiblanco
Ante las mentiras, verdades a medias y hasta ridiculeces que se han escuchado y leído en las últimas 24 horas, entre ellas la del Representante a la Cámara (?), @agmethescaf, quien dijo en la radio, casi llorando y sin sonrojarse, que por la pérdida de la sede de los Panamericanos los deportistas colombianos van a ser excluidos de futuras participaciones en esos Juegos, vale la pena recordar que Colombia rechazó la realización del Mundial de Fútbol de 1986, también por razones económicas y Colombia ha seguido participando en los mundiales, tanto a nivel de eliminatorias como en el certamen principal.
Llama la atención el clamor, la preocupación, la rasgada de vestiduras y hasta el crujir de dientes, por parte de los interesados, en especial los contratistas de todas las pelambres y los politiqueros chanchulleros y marrulleros, pendientes de las grandes utilidades que les podría dejar el evento panamericano.
No menos atención merece el lloriqueo pendejo de los aduladores de siempre, entre ellos muchos periodistas (que verguenza), pendientes de «la liga» que les representará hacer presión, teatro y hasta el simulacro de gran conmoción por la insuperable pérdida que para ellos significará, sin duda, algo de ganancia, mientras le hacen creer a los vendedores de la calle, a los trabajadores temporales y a los desempleados, que sin los Panamericanos se hundirán en la miseria, en la que, por cierto, ya están hasta el cuello, por culpa de los politiqueros chanchulleros y marrulleros y por los voraces contratistas de todas las pelambres.
PARA QUE HAGAN MEMORIA
Para que abran bien los ojos, sacudan la cabeza, hagan memoria y dejen de estar señalando a @petrogustavo les traigo a continuación la historia del rechazo que hizo Colombia del Mundial de Fútbol 1986, por parte del entonces Presidente de la República, Belisario Betancur, quien sin haber cumplido 100 días de Gobierno le dijo NO al mundial, por los altos costos que representaba su realización y la escasez de recursos en el país.
Aquella situación, similar o tal vez peor que la actual, nos muestra que el país tiene prioridades y que los 8 millones de dólares para los burócratas de Panam Sports se habrían financiado con el dinero que la bandola de 6 Senadores conocidos como «Las Marionetas» se embolsillaron, tal como lo referimos en otra nota de esta edición.
Aterricemos. Los Panamericanos no son la solución para la crisis económica y social de Barranquilla. Además. No vale la pena organizar una fiesta deportiva para quedar en posiciones de retaguardia. Invirtamos esos 8 millones de dólares en la formación adecuada de nuestros deportistas, para pensar más adelante en una participación decorosa en esos juegos. O, lo mejor, démosle a nuestros jóvenes y niños oportunidades de superación y estudio por un futuro mejor para nuestra sociedad.
No llores por los Panamericanos.