En la noche de este lunes, Colombia recibió una noticia que devolvió la calma tras días de angustia: los cinco soldados profesionales del Ejército Nacional, secuestrados el pasado 9 de noviembre en la vía que comunica a Tame con Arauca, recuperaron su libertad gracias a una operación humanitaria que involucró a la Defensoría del Pueblo, la Iglesia Católica y organizaciones no gubernamentales.
Los militares Andrés Felipe Muñoz Castro, Sergio Muñoz Zapata, César Muñoz Osorio, Luis Ángel Navarro Banquet y Daniel José Munive Sandoval, adscritos al Batallón de Artillería de Campaña N.º 18, habían sido interceptados cuando se desplazaban hacia sus lugares de origen para disfrutar de un permiso. Según el Comando de la Décima Octava Brigada, los uniformados fueron sorprendidos en estado de indefensión, un hecho que generó rechazo nacional y un sentimiento colectivo de impotencia.
La recuperación de la libertad de los cinco soldados no solo significó un alivio para sus familias, sino también una demostración de que la acción coordinada sigue siendo clave para enfrentar los momentos más difíciles.
La Defensoría del Pueblo, la Iglesia Católica y varias ONG se pusieron al frente del proceso, actuando como puente humanitario entre los captores y las autoridades. Su participación permitió garantizar la integridad de los militares y canalizar un proceso de liberación sin confrontaciones.
La Décima Octava Brigada extendió un mensaje de profundo agradecimiento a estas instituciones, resaltando el valor y la disposición de quienes, desde la neutralidad humanitaria, facilitaron un desenlace que hoy celebra el país.
Tras su liberación, los soldados fueron recibidos por personal militar en la capital araucana, donde se adelantan exámenes médicos y valoraciones físicas para determinar su estado de salud. Aunque las primeras informaciones indican que se encuentran estables, las autoridades continúan con la verificación de condiciones físicas y emocionales tras varios días de cautiverio.
Un país que acompañó en la incertidumbre
El comunicado del Ejército también incluyó un mensaje directo a las familias de los militares, quienes vivieron horas de angustia desde el pasado 9 de noviembre.
“Enviamos un saludo fraterno a las familias de nuestros militares”, expresó la Brigada, destacando además el respaldo de miles de colombianos que, a través de mensajes y muestras de solidaridad, acompañaron a los uniformados desde la distancia.
Ese respaldo ciudadano, aseguran, constituye una fortaleza para la institución y un recordatorio del compromiso del país con quienes arriesgan su vida en el cumplimiento de la misión constitucional.
Un llamado a la protección de la vida
La liberación de los cinco militares revive un debate profundo: la necesidad de blindar a la población civil y a los integrantes de la Fuerza Pública de actos que vulneran su dignidad y ponen en riesgo la paz territorial.
El caso ocurre en una región marcada históricamente por la presencia de grupos armados, donde los secuestros siguen siendo una amenaza persistente.
Hoy, mientras los soldados regresan al abrazo de sus familias, el país celebra una victoria humanitaria, pero también reconoce que aún queda un largo camino por recorrer para garantizar que hechos como este no se repitan.



