En el segundo día del paro nacional, Barranquilla se convirtió en el escenario de una movilización que trasciende lo simbólico para ser una verdadera expresión de las demandas sociales que el país necesita escuchar con urgencia.
La marcha que inició en la sede de Fenalco y que recorrió la ciudad hasta las oficinas de la ANDI no fue solo un despliegue de voces y pancartas, sino un reflejo palpable del sentir de sectores que históricamente han estado al margen de las decisiones políticas y económicas. Sindicatos, organizaciones sociales y líderes comunales unieron fuerzas para defender una causa que, aunque ha generado controversia, es innegablemente importante: la búsqueda de reformas sociales que promuevan justicia, equidad y bienestar para todos.
La importancia de esta marcha radica en que es un llamado claro y contundente a que las autoridades reconozcan que las reformas no pueden ser un asunto exclusivo de las élites o de los despachos gubernamentales. La participación activa de la ciudadanía organizada evidencia que la transformación del país debe partir desde la base, con inclusión y diálogo abierto.
Además, la protesta pacífica que caracteriza esta jornada es un ejemplo de madurez democrática. La movilización se realizó sin mayores incidentes, con respeto por el orden público, y con un despliegue policial que garantizó la seguridad tanto de los manifestantes como de los transeúntes. Esto demuestra que es posible ejercer el derecho a la protesta sin caer en la violencia ni el vandalismo.
En un contexto donde la polarización política puede hacer que se descalifique cualquier expresión popular, la marcha en Barranquilla invita a reflexionar sobre la verdadera esencia de la democracia: escuchar a quienes alzan la voz para exigir mejores condiciones de vida, educación, salud y empleo digno.
No se trata simplemente de una jornada más en la historia de movilizaciones sociales del país. Esta marcha es un recordatorio poderoso de que la participación ciudadana es fundamental para la construcción de un país más justo y solidario. Ignorar ese mensaje sería cerrar la puerta a la esperanza y a la posibilidad de un cambio real.