La historia de Colombia siempre ha estado plagada de fracasos, un país volátil, lleno de infortunios y zozobra, no es de extrañar que sean diferentes sus matices, sus territorios «país pluriétnico y multicultural» cada una con su respectivo pasado manchado de sangre. Con todo y eso lo único que se mantiene intacto en este país es la ideología que nos gobierna, con una narrativa de miedo y amenaza, la derecha Colombiana se las ha arreglado a lo largo de 200 años para mantener su hegemonía por sobre otras alternativas.

En Colombia la historia se escribe con tinta azul

Muchos de los colombianos ignoran que somos la nación de hoy gracias a la revolución y a la alternativa, personalidades como Antonio Nariño, Camilo Torres o Jorge Tadeo Lozano comandaron gubernamentalmente la independencia de Colombia, pero una vez constituida la República de Colombia en 1886, conservadores, nacionalistas y republicanos se repartieron la torta gubernamental. Todos, lógicamente, de corriente conservadora, los denominados ‘godos’ de la época.

El primero que logró llegar al poder con una ideología «distinta» fue Alfonso López Pumarejo, por el Partido Liberal, en el año de 1934, pero el liberalismo no es más que una «derecha light», sin desmeritar el impacto que generó en ese momento que un Liberal llegara a la presidencia. De ahí en más fueron el Partido Conservador y el Partido Liberal los que gobernaron a Colombia. Y los pocos agentes de cambio que llegaron para romper la hegemonía oligarca fueron silenciados, llámese Jorge Eliécer Gaitán, Luis Carlos Galán, Bernardo Jaramillo o Álvaro Gómez Hurtado.

La gran ventaja que tiene esta oligarquía es la organización interna, el apoyo multipartidista al candidato designado y su método de campaña, protagonizado por el heroísmo conservador y el fantasma del comunismo y socialismo de izquierda ¿Pero y entonces porque el título dice que ‘pende de un hilo’?

¿El verdadero cambio o más de lo mismo?

A pocas semanas que inicien las correrías políticas de cara a las elecciones del 2022, en donde, por primera vez, se ve una mayor unión y organización en la oposición que en los partidos tradicionales. Cambio Radical, el Partido de la U y el Partido Conservador están a la espera del candidato que se postule por el Centro Democrático. Los liberales están al acecho de un candidato camaleónico disfrazado del mesías Colombiano. Y el ‘centro’ se enfoca más en desprestigiar a la oposición que en derrocar a la derecha.

  • La derecha le da largas a su candidato: Mucho se ha dicho ya sobre los candidatos elegibles de la derecha, que no son más que Óscar Iván Zuluaga y María Fernanda Cabal, ambos por el Centro democrático y que se definirían por consulta interna. Lo curioso es que estos han generado controversia dentro del partido, hace unas semanas se habla del apoyo absoluto a Cabal, luego se filtró un supuesto boicot a la senadora en apoyo de Zuluaga, y los demás partidos de derecha brillan por su ausencia en la lista de precandidatos, por lo menos de los que tienen posibilidad de llegar por lo menos a primera vuelta, y la incertidumbre que sufre el movimiento también la sufren sus seguidores y votantes.
  • El centro se presenta como fuerza de renovación con caras conocidas: Desde las elecciones anteriores el autoproclamado centro ha sido protagonista del panorama electoral, en el 2018 con Sergio Fajardo como formula presidencial y 4 años no se sabe a ciencia cierta quién será el opcionados para representar el centro en las elecciones. Mucho se ha hablado de Fajardo nuevamente, de Jorge Robledo, de Rodolfo Hernández y muchos están a la expectativa de lo que pueda decidir Alejandro Gaviria, independientemente del vencedor del centro, esto generaría para mal o para bien, un cambio en la forma de gobierno de la historia reciente en el país.
  • La izquierda opositora se va a la segura, el último baile de Gustavo Petro: En la oposición también hay una lista abultada de precandidatos, como lo son Roy Barreras, Francia Márquez y Arelis Uriana, pero el favorito por amplio margen es el Senador Gustavo Petro, quién se jugará todas sus cartas en el 2022, al declarar que de no ganar estas elecciones presidenciales del próximo año, ya no volvería a postularse para el puesto. Entre la lista de la decencia, los comunes y el movimiento del Pacto Histórico se las han arreglado para lograr una alianza más definida y con objetivos claros, con la que esperan eliminar el prejuicio hacía su corriente de comunista, castrochavista y socialista.

Así pues, la campaña electoral que nos espera el próximo año es tan volátil y cambiante como nuestro país, y si bien no hay un caudillo amado por el pueblo y odiado por la oligarquía, si hay nuevas alternativas para cambiar el esquema gubernamental que reparte culpas y desvincula su responsabilidad de las carencias y los problemas socio-económicos que tiene el país, o al menos eso es lo que esperan todos los votantes.