La capital del Atlántico enfrenta una nueva emergencia por el consumo de licor adulterado conocido popularmente como cococho. En las últimas horas, dos personas más fallecieron tras ingerir la bebida, lo que eleva a 11 el número de víctimas mortales, la mayoría habitantes de calle y vendedores informales. Otros afectados permanecen en estado crítico bajo atención médica.
El trago era comercializado en el barrio El Boliche, en pleno centro de Barranquilla, a un precio de apenas $2.000 pesos. La sustancia tóxica hallada en el licor fue metanol, un alcohol industrial que causa daños severos al sistema nervioso y puede provocar ceguera, dificultad respiratoria, coma y muerte.
La tragedia de 2004
El episodio revive la memoria de lo ocurrido en 2004 en el mismo sector, cuando la ingesta de licor adulterado cobró la vida de 12 personas, en su mayoría habitantes de la calle y vendedores ambulantes. Aquel hecho generó conmoción nacional y abrió un debate sobre los controles al expendio de bebidas alcohólicas ilegales en Barranquilla, pero dos décadas después la historia parece repetirse.
Un flagelo que persiste
No es la primera vez que la ciudad enfrenta esta problemática. En marzo del presente año, la Policía Metropolitana incautó más de 20.000 botellas adulteradas en una bodega de la vía Tubará – Juan Mina, donde además se capturó a un presunto administrador del negocio ilegal. Pese a esos golpes, las mafias del licor adulterado siguen activas y logran poner en circulación bebidas que terminan costando vidas.
Llamado de las autoridades
Las autoridades insisten en que ningún licor de dudosa procedencia es seguro y piden a la comunidad denunciar expendios clandestinos. Sin embargo, el acceso fácil y el bajo precio siguen siendo un imán para la población vulnerable.
Una tragedia evitable
La situación plantea un serio desafío de salud pública y seguridad, pues el cococho se ha convertido en un veneno silencioso que golpea especialmente a los sectores más pobres. Barranquilla repite una historia que ya había vivido hace 21 años: muertes evitables que dejan en evidencia la necesidad de controles más estrictos y campañas de prevención sostenidas.
“Mi hermano siempre iba allí porque decía que era barato, que alcanzaba con la platica del día. Ahora nos toca enterrarlo por un trago de dos mil pesos”, relató con la voz entrecortada una familiar en la puerta del Hospital General.
La investigación policial
El brigadier general Edwin Urrego Pedraza, comandante de la Policía Metropolitana, entregó los primeros hallazgos. En allanamientos en los barrios Rebolo y Las Nieves fueron incautadas 284 botellas, tapas, estampillas y un tanque con manguera, todo lo necesario para fabricar y distribuir licor adulterado.
“Las personas que resultaron afectadas se conocían entre ellos, eran consumidores habituales de licor… y clientes de ahí. No tenemos hipótesis de que hubiera una intención de causar daño”, explicó el oficial.
Los investigadores tratan de establecer la conexión entre estos hallazgos y los expendios de El Boliche, donde la bebida mortal circulaba como agua.
El eco de las instituciones
La Secretaría de Salud confirmó que los exámenes de laboratorio detectaron metanol, un químico usado en solventes y combustible que, al ingerirse, destruye órganos vitales y puede matar en cuestión de horas.
La Procuraduría General de la Nación anunció que se une al plan de choque en Barranquilla para reforzar los controles de licor en expendios informales. El mensaje es claro: “lo barato puede costar la vida». Las víctimas eran hombres conocidos en la zona. Obreros, vendedores, jornaleros y callejeros. Su único “error” para algunos de los consumidores fue buscar una noche de alivio en el trago más barato. “Se conocían todos, eran como familia aquí en el barrio”, contó un testigo.
Hoy, en esas mismas calles donde solían reír y brindar, se respira silencio y duelo.
Un trago amargo
El ‘cococho’ de dos mil pesos no solo cobró once vidas, también dejó al descubierto la fragilidad de quienes, por necesidad, costumbre o adicción, ponen en riesgo su salud para poder beber.
La tragedia en El Boliche es más que una noticia: es un llamado a la conciencia. Porque en Barranquilla, un trago barato se convirtió en la prueba más dolorosa de que lo ilegal, tarde o temprano, mata.
Las autoridades continúan sus investigaciones y la policía en cabeza del general Urrego no descansan para evitar que estos caso se vuelvan a repetir.