Una oscura nube cubre al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), tras conocerse que Freddy Arley Castellanos Velasco, un docente vinculado a uno de sus jardines infantiles en San Cristóbal, fue capturado por presunto abuso sexual contra al menos tres niños de apenas tres años de edad. El caso ha sacudido al país, pero lo que más indigna a la ciudadanía es el silencio absoluto del presidente Gustavo Petro, quien aún no se ha pronunciado directamente sobre este horror que ha estremecido a miles de familias.

Mientras los testimonios de los padres y los escalofriantes informes de Medicina Legal confirman la atrocidad cometida, la voz del jefe de Estado brilla por su ausencia. ¿Dónde está la contundencia de un líder que prometió proteger a la infancia?

Aunque Petro ha sido vehemente en el pasado al denunciar la violencia infantil, esta vez su falta de reacción ha dejado un vacío que muchos interpretan como indolencia. “Me duele, me parte el alma”, dijo una madre de una de las víctimas, en medio del llanto, mientras exigía justicia y protección para los niños de Colombia.

El caso ha destapado una cloaca de presunta negligencia institucional. ¿Cómo es posible que un presunto depredador trabajara dentro de una entidad que se supone debe proteger a los más vulnerables?