En medio de un panorama político en constante transformación, el correísmo enfrenta una marcada división interna que ha salido a la luz pública tras la confrontación entre Rafael Correa, expresidente y líder histórico del movimiento, y Aquiles Álvarez, destacado dirigente correísta.

Las diferencias entre ambos no solo evidencian un desencuentro personal, sino que reflejan posturas contrapuestas sobre el rumbo que debe tomar el movimiento en la actualidad. Este enfrentamiento pone en duda la cohesión del correísmo y plantea interrogantes sobre su capacidad para mantenerse unido frente a los retos políticos que enfrenta.

Analistas políticos señalan que esta fractura podría debilitar la influencia del correísmo en los próximos procesos electorales y afectar su rol dentro del escenario nacional.

La disputa ha generado repercusiones dentro de las bases del movimiento, donde simpatizantes y líderes buscan definir si prevalecerá una línea más conservadora o un cambio en la estrategia política.

Esta división interna, ahora pública, marca un momento decisivo para el correísmo, que deberá enfrentar el desafío de reconstruir su unidad si quiere seguir siendo un actor relevante en la política ecuatoriana.