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Los enfrentamientos entre Israel e Irán alcanzaron un nuevo punto crítico este 13 de junio, cuando fuerzas israelíes llevaron a cabo bombardeos aéreos sobre las ciudades iraníes de Tabriz y Shiraz, en el marco de una operación militar a gran escala que Tel Aviv anunció como una “acción sostenida” contra objetivos estratégicos en el país persa.
Los ataques ocurren horas después de que Irán confirmara el asesinato de altos mandos de su estructura de seguridad durante un bombardeo previo, y de que el líder supremo, ayatolá Alí Jamenei, nombrara rápidamente a sus sucesores, en lo que ha sido interpretado como una señal de continuidad institucional frente a la crisis.
En un mensaje transmitido por medios estatales, Jamenei prometió una respuesta “amarga” y “dolorosa” que “hará pagar el precio a los responsables de la agresión”.
Por su parte, el gobierno israelí ha reiterado que sus acciones buscan frenar la expansión de amenazas regionales y responder a supuestos planes de ataques orquestados desde territorio iraní. Sin embargo, voces dentro de la comunidad internacional han advertido sobre el riesgo de una escalada regional, mientras crecen las tensiones también en Siria, Líbano y Gaza.
Aunque no se ha confirmado el número exacto de víctimas tras los últimos bombardeos, fuentes iraníes reportan daños materiales significativos y operaciones de rescate en marcha en ambas ciudades.
La comunidad internacional observa con preocupación este nuevo episodio en una rivalidad histórica que amenaza con desencadenar un conflicto de mayor alcance en Medio Oriente.