¿Quién lo vive es quien lo goza….? La verdad una cosa no tiene que ver con otra.
Esto acontece en el sector de barranquillita, puntualmente en la plaza del Plátano, donde a diario las personas trabajan por su substento, en medio del olvido de la administración pública de la ciudad.
Allí, en donde los olores se confunden con los colores y los gritos de los comerciantes que se pierden entre el gran abasto de frutas y verduras, no importa la edad de hombres y mujeres siempre están trabajando para sobrevivir… En esta oportunidad, vendiendo el verde preciado plátano que proviene de Córdoba.
Sin embargo, adentrándonos un poco más al interior del lugar como el corazón de los vendedores, estos trabajan bajo la presión de la dama oscura de la extorsión y por más que quieran salir adelante les es imposible, pues la mano siniestra de las bandas criminales no les permite salir adelante ya que hay que rendirles verdes pesos y no plátanos para evitar una situación trágica que le puede suceder a sus seres queridos.
Con la mirada de una esperanza que de apoco se esfuma, bañados de angustias, buscan implorablemente una voz que los escuche y una mano amiga que los ayude a salir adelante, porque ellos están dispuestos al cambio a pesar de vivir todos los días zozobras.