Hoy es un día en que las palabras de origen castellano se celebran al máximo, expresando pensamientos, reflexiones y canciones que se forman con lógica, o a veces alterando su orden, generando así la complejidad de la sintaxis en las diversas culturas de habla hispana. En cada una de ellas, la construcción de una oración se convierte en un arte único.

Como dato curioso, el “español” es reconocido como el segundo idioma más difícil y el tercero más hablado en el mundo, después del mandarín y el inglés. Además, es uno de los idiomas más bellos, gracias a las distintas formas en que se estructura su sentido gramatical, enriquecido por figuras retóricas como el hipérbaton, las metáforas y otras. Esto convierte al español en un espectáculo de expresiones, tan apasionante como un partido de fútbol.

El 23 de abril, las Naciones Unidas celebran el Día del Idioma Español (o Día de la Lengua Española en las Naciones Unidas), una fecha elegida para apoyar los programas de Multilingüismo y Multiculturalismo, así como para generar conocimiento sobre la historia, la cultura y el uso del español. Esta fecha fue oficialmente determinada por la ONU, en homenaje a Miguel de Cervantes Saavedra, quien contribuyó al desarrollo del idioma. Curiosamente, en este mismo día, fallecieron también William Shakespeare y Garcilaso de la Vega, lo que ha llevado a algunos países, como Colombia, a conmemorar el Día del Libro.

Hoy, en el Día del Idioma, es interesante reflexionar sobre cómo la lingüística ha avanzado a lo largo de los siglos, casi como una táctica aceptada por algunos lectores, aunque no por todos. El escritor, al igual que el árbitro de un partido, inspecciona el encuentro entre el lector y el idioma con su teclado.

En el sistema de juego del idioma, el hipérbato es una táctica que trastorna las palabras, moviéndolas según su posición, alterando la interpretación del lector. A través de una destreza estéticamente bien definida, el autor juega con la sintaxis, dándole nuevos significados a las palabras y creando momentos de belleza literaria.

Entre las jugadas más espectaculares, encontramos metáforas, epítetos y personificaciones que, como goles inesperados, dan a la escritura una cualidad emocionante. El idioma, a través de la sinécdoque y la aliteración, se convierte en un juego dinámico que juega con los sentidos y pensamientos del lector, haciéndolo evocar sucesos pasados o conectar con la historia de la retórica griega.

Mientras tanto, la ironía, el sarcasmo y la onomatopeya intervienen en el juego, convirtiendo cada palabra en una jugada memorable. A pesar de las críticas, el escritor se resiste a seguir las normas establecidas, presentando un estilo único que se convierte en un espectáculo exquisito.

Este encuentro entre las letras y el fútbol también ha sido tema de reflexión para muchos escritores. Jorge Luis Borges, por ejemplo, cuestionó la popularidad del fútbol, considerándolo un deporte carente de belleza estética, comparándolo con la “estupidez”. En cambio, el dramaturgo mexicano Roberto Gómez Bolaños, gran fanático del fútbol, exalta la belleza de este deporte a través de su comedia en El Chanfle.

El escritor chileno Roberto Bolaño, por su parte, incluyó el fútbol de manera sutil en su narrativa, como en su cuento Buba, donde un futbolista se enfrenta a desafíos para integrarse en el club Barcelona, mientras conoce a un jugador africano que lo lleva a la invencibilidad.

Jean-Paul Sartre, en su Crítica de la razón dialéctica, utilizó el fútbol como una analogía para explorar la interacción humana, destacando que “todo se complica por la presencia del equipo adversario”. Por otro lado, Albert Camus, quien jugó al fútbol en su juventud, afirmó que lo que más aprendió sobre moral y las obligaciones humanas lo debía al fútbol.

Eduardo Galeano, en El fútbol a sol y sombra, expresa que “uno puede cambiar de religión o mujer, pero no de equipo”, defendiendo la lealtad a una ideología. También, en un tono melancólico, nos recuerda lo que sentimos al final de un partido, esa «melancolía irremediable» que nos deja el fútbol, como el amor que se va.

Estas son algunas de las opiniones de escritores que, a lo largo de la historia, han fusionado sus pasiones literarias con el fútbol. Aunque algunos se han mostrado críticos del deporte, todos coinciden en que existe una relación innegable entre las letras y el balompié, una conexión que se reafirma incluso en tiempos de pandemia, cuando el mundo parece detenerse. El ser pensante, siempre en busca de estrategias, se prepara para contragolpear y anotarle el gol de su salvación.