La ilusión internacional se desmoronó temprano para Junior de Barranquilla, y con ella también se encendieron las tensiones dentro del camerino. La reciente eliminación en la primera fase de la Copa Sudamericana frente al América de Cali no solo dejó heridas deportivas, sino también fricciones internas que han comenzado a salir a la luz.
La presión por responder a una millonaria inversión hecha por las directivas ha empezado a cobrar factura. Aunque el triunfo ante Millonarios por la liga local trajo algo de oxígeno, no ha sido suficiente para apagar el fuego que arde puertas adentro.
Y ese fuego, según lo confirmó el propio técnico César Farías, llegó incluso a los golpes. En una rueda de prensa previa al duelo contra Llaneros, el estratega venezolano reconoció que hubo enfrentamientos físicos entre jugadores durante los entrenamientos:
“Por primera vez hubo puños… puño normal, entre hombres, que no pasa de ahí, pero eso también habla del compromiso, del deseo de ganar”, dijo Farías, intentando minimizar el impacto del incidente.
Aunque no reveló nombres ni detalles, sus palabras evidencian el nivel de tensión que se vive al interior del club. Un vestuario cargado de expectativas y presión no siempre encuentra el equilibrio, y el golpe anímico de la eliminación continental parece haber desatado más que frustraciones futbolísticas.
Pese al revuelo, el mensaje del cuerpo técnico apunta a cerrar filas y enfocar energías en la competencia local. “Estamos todos muy ilusionados y con muchas ganas de hacer las cosas bien”, agregó el entrenador.
Actualmente, Junior marcha cuarto en la tabla con 13 puntos y mantiene intacto su objetivo de pelear el título en Colombia. Pero mientras el equipo intenta recomponerse en la cancha, queda claro que el verdadero desafío también está en sanar el vestuario.