Si bien el teatro es una expresión artística del cuerpo y la voz, donde sincronizan un complemento idóneo, y manifiestan en las tablas hechos dramáticos de la historia, también nos evoca pensamientos, emociones, inspiraciones, para que estos mismos sobresalieran y fueran un objeto de estudio de las ciencias sociales, artistas y principalmente comunicadoras.


En la era actual los comunicadores, aun ahondan con su romántico dilema Shakesperiano, si su labor es un oficio o una carrera. Por lo que en su pragmatismo, atisban en su porvenir, un espejo de lo que el hombre de hoy es, una especie de mutante que ha “”rejuvenvejecido”” al vivir como el spleen de un hombre al recitar su himno nacional, y caer en una angustia existencial cuando no solo ya interactúa con el entorno como fue en sus principios, en una media torta con pensadores y expresiones en artistas de tablas, en lo que fue aquella Grecia antigua; a lo más reciente en un salón de clase, por medio de sistemas conductistas, y en forma verticalmente “”cuadriculado”” en contravía a la sociedad de información y comunicación. Si… solo el conocimiento o su intelectual aporte a la sociedad, se somete un espectacular juego del Ping Pong, donde la investigación pasa a un tercer plano y la temática en las nubes de hiel, ni decir del aprendizaje, expuesto a una mala interpretación de unos actos que a futuro, tendrán consecuencias más turbias que el caño de la ahuyama de la ciudad; Sino miren como el mejor auto-experimento y los best seller y laureados, políticos que día tras día, van involucionado el sistema político- económico y tecnológico, que hay en cada sistema, territorio local y nacional de nuestra nación.

Ni hablar de lo que se avecina, nuestro alter uno o varios “”terminator””, aquellas máquinas que por alguna razón mística han complejizado nuestra misma intelectualidad, en un ser cada día más competente contra nuestra psiquis y lo peor, haciéndonos rebobinar a veces, y doblegarnos a vivir los mismos hechos de un pasado trascendental de una profunda y tarada soberanía república; que sin pena ni gloria, ha sido consecuente hasta hoy, por lo que ya no se preocupa el hombre colombiano por ser, humano, sino, un ser robotizado y automático, mientras el himno nacional, se sigue repitiendo y no se interpreta con el honor de ser un país libre.


Es el hombre de esta época un ser deshumanizado, inspirado en hechos de un ayer pictórico y por qué no, histriónico; donde ha sintetizado la comunicación, sus ideologías y descubrimientos deslumbrantes, de manera utilitarista, pasando de una tradición oral en refranes o conclusiones, a expresiones artísticas como el teatro a lo más reciente de la forma más grotesca, inhumana y democráticas; acabando el retórico discurso, en vulgares enunciados a premisas frescas o de carácter noticioso como en algún informativo de alguna empresa positivista de medios, conceptuando con géneros periodísticos, (reportajes, crónicas y documentales) para recrear lo tan elemental y romántico de un sepia recuerdo y proyectarse a lo complejo de un hoy a un futuro cegado y no progresista; por lo que en su tonalidad muestra muchas vertientes de cuasi conocimientos y seudo expresiones de indescriptible color y conceptos múltiples, reduciendo a una mínima expresión pero gran distracción, como son los celular inteligente.


Mientras tanto, en las tablas y su catarsis, la poesía y su relegación, por un gran poeta o pastor, que se llena la ilusión de solo verdes no de su visión de mundo ni reflexión. Y qué decir de la música y su vanguardia en ritmos estruendosos y elementales, analizaremos la realidad tal cual se nos muestra.

Estas expresiones artísticas, denotan unos conceptos que comunican sus obras del día a día, en un rostro menos hipersensible que a un hombre alegre de dientes afuera, algo lánguido, convertido en la actualidad en un juguete de su mismo destino; con dudas en sus manos, e ignorancia en la materia gris de su procedencia, ni decir que hay después de su horizonte futurístico; mientras construye el presente con sentidos vertiginosos de un presente expectante, en un abrir y cerrar de ojos; sin una estructura lógica de visión, ética, epistémica y estética sino, salvaje e feroz, arrasando con la naturaleza misma y su armonía.
Como representación se evidencia claramente en estas artes anteriormente mencionadas, la comunicación del colectivo humano, con el público, ellas, son dóciles, no rebeldes, sino sumisas, persuasiva, emotiva, donde el hombre posmoderno, solo reflexiona, cuando se proyecta en un haz imaginario, de medios. A penas la representación de una realidad social denotándole una evocación de tiempos remotos, señaladas con símbolos de lo que acontece en el hombre y su actualidad, Mientras tanto, su rutina de color ocre sigue cada vez más oscura.


Por lo tanto, tanto en las empresas de las comunicaciones, como en las tablas, la música y las letras son fundamentales, además de expresar la belleza del arte en las telenovelas, fenómeno que su carácter es de reflexión y entretención con lo que acontece en la actualidad y que a su vez, nos muestran unos ciertos estereotipos del bien y del mal, del protagonista y el antagonista, de los diferentes y modificados de acuerdo a su histórico contextos, nos marcan en imaginario colectivo, postrado en la psiquis, el silencioso objetivo de adormecer y destruir sutilmente al hombre.

En sí, el hombre es quien decide su libre albedrio con respecto a su pensamiento y desarrollo ya que aún el pasado lo persigue, el futuro y el miedo, lo alteran ante su mismo paradigma y el triste conformismo de un presente sin sentido, no lo conduce a visionar sino a desarrollarse por inercia. Donde los medios ya no son un poder aislado en un cuarto lugar, sino una sombra que aliena al mono desnudo de la actualidad; introduciéndolo a otra caverna y donde el teatro como otras expresiones artísticas, las letras y la música, han de expresar, aquella obscura imagen con un rostro voluble y variable, saliendo a relucir un nuevo descubrimiento, esta vez con las luces de Neón, en medio de las criaturas de una suciedad.