En un hecho histórico, la Plenaria de la Cámara de Representantes aprobó en último debate la ratificación del Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares (TPNW), adoptado en Nueva York el 7 de julio de 2017. Esta decisión reafirma el compromiso de Colombia con la construcción de un mundo más seguro y libre de armas de destrucción masiva.

El tratado, promovido por las Naciones Unidas y apoyado por numerosos países y organizaciones internacionales, prohíbe de forma categórica el desarrollo, prueba, producción, adquisición, posesión, almacenamiento, uso y amenaza de uso de armas nucleares.

Un mensaje contundente por la paz

Con esta ratificación, Colombia se posiciona como un país activo en la defensa del desarme nuclear y la no proliferación, enviando un mensaje claro sobre su voluntad de promover la paz y la seguridad internacional. La decisión del Congreso responde también a la creciente preocupación global por el uso de armas nucleares en medio de los conflictos armados y tensiones geopolíticas actuales.

Impacto humanitario y ambiental

Más allá de su carácter simbólico, el tratado tiene implicaciones humanitarias y ambientales profundas. Las armas nucleares representan una amenaza existencial para la humanidad. Su uso, incluso limitado, podría provocar consecuencias catastróficas: miles de muertes inmediatas, desplazamientos masivos, alteraciones climáticas y daños irreparables al medio ambiente.

Al ratificar este instrumento, Colombia se alinea con los esfuerzos internacionales por proteger a las comunidades y preservar el planeta de los efectos devastadores de la guerra nuclear.

La adhesión al TPNW cobra aún más relevancia en el actual contexto internacional, marcado por la escalada del conflicto en Oriente Medio y la reactivación de discursos bélicos en torno al uso de armas estratégicas. En ese sentido, Colombia da un paso responsable y visionario, demostrando liderazgo moral en el fortalecimiento del derecho internacional humanitario y la diplomacia multilateral.