El actual director del Archivo General de la Nación, Enrique Serrano López, es uno de los invitados a la Feria Internacional del Libro de Madrid 2021. En una entrevista exclusiva se refirió a la relación existente entre historia, documentos y archivos.
La entrevista, cortesía del AGN, se hace previo a su conversatorio en la Feria del Libro, que tendrá lugar el próximo 16 y 17 de septiembre y que se titula ‘Archivos e Historia’.
– ¿Con qué expectativa llega a la Feria Internacional del Libro de Madrid?
Se trata de un escenario para la literatura y para la cultura colombiana, es una gran oportunidad para dar a conocer la muy rica historia de nuestra literatura en los años recientes.
– ¿Qué piensa de la polémica que se generó porque algunos escritores no fueron invitados?
Afortunadamente se trata de una crisis ya superada que el embajador (de Colombia en España) Luis Guillermo Plata, ha explicado y aclarado. Por mi parte considero que se trata de un asunto característico de la cultura colombiana que no incide en el gran objetivo que todos perseguimos: dejar el nombre de Colombia muy en alto en la Feria Internacional del Libro de Madrid 2021.
– ¿Usted va a exponer alguna de sus obras en particular?
No, de hecho, voy en misión oficial a hablar sobre archivos, libros, y un poco la relación entre archivos e historia. Creo que se necesita una explicación más profunda y cabal sobre qué es lo que estamos haciendo en términos de la preservación de la memoria como una entidad a través de la cual es posible descifrar, según la visión de cada quién, el pasado y su relación con el presente.
– ¿Cómo se llama su ponencia?
Es un conversatorio compartido con Juan Esteban Constaín que se llama ‘Archivos e Historia’ (16 y 17 de septiembre). Los archivos pueden mostrar que algo pasó de tal manera, pero el pasado puede ser objeto de miles de interpretaciones.
Vamos a hablar sobre el papel que los archivos están cumpliendo en la reconstrucción de la memoria de las naciones, cosa que es muy polémica y se presta a muchas interpretaciones.
Yo voy a hablar de ese derecho a que cada quién vaya formando su opinión sobre lo que pasó, porque en la riqueza de ese debate es donde finalmente se va decantando la verdad histórica, o una verdad que podamos llamar verosímil para entender la historia de un país, en este caso Colombia.
– Ese es el rol de del Archivo General de la Nación…
Así es. El Archivo General de la Nación es el repositorio donde están todos los documentos de valor histórico, aquí es a donde deben venir los investigadores a refrendar cosas que no saben sobre un pasado que en buena medida es mítico, es mágico. La gente prefiere el Macondo puramente de ficción de García Márquez a la masacre de las bananeras de 1929. Pero es muy probable que hacer una investigación sobre las bananeras dé unos matices y unos horizontes de narración y de protagonismo a personajes hoy completamente olvidados que seguramente fueron decisivos en ese momento, porque lo que se pierde hoy es la perspectiva histórica.
– En cada versión de la Feria hay un país invitado. ¿Por qué Colombia hoy?
Colombia concita un interés nuevo, se ha convertido en un país mucho más visible de lo que era hace unos años. Además, el proceso de paz llama la atención de mucha gente en todo el mundo. Colombia es un destino en pleno conocimiento, no solo turístico, sino que mucha gente que había leído alguna cosa sobre Colombia alguna vez, ahora necesita un conocimiento más completo y actualizado. Probablemente todo ello motivó a los organizadores a poner a Colombia como invitado de honor a la Feria de Madrid.
– ¿Cuál es el mensaje de Colombia a la comunidad literaria internacional?
Yo creo que es demostrar que Colombia está viva, que tiene una fuerza y un poder de expresión que tradicionalmente se le ha reconocido pero que ahora tiene muchas más voces. Es mostrar que Colombia es más que conflictos, que hay otras riquezas que a mi juicio son poco conocidas y merecen ser destacadas.
En este caso particular en lo que tiene que ver con documentos y archivos y su relación con la historia.
– ¿Colombia está pasando por un momento muy rico en materia de producción literaria?
Sin duda. Desde hace varios años Colombia es uno de los países que más fuerza muestra no solo en reconocimientos literarios y premios sino por el hecho de que hay mucha actividad literaria en las regiones, hay muchos jóvenes escritores y esa vitalidad es algo que hay que preservar.
– ¿Cómo se puede definir este boom literario por el que está atravesando Colombia?
Creo que el interés por Colombia se ha vuelto más universal y más sincero, entonces se recurre a narradores de gran calidad, novelistas, ensayistas, cuentistas, que tienen mucho que decir y además tienen varias posiciones, eso hace que se pueda matizar lo que se quiere saber sobre un país.
Temas recientes como esa gran expectativa que generó en el mundo el proceso de paz, el desafío de la pandemia, reflejan una nueva literatura, una nueva vocación de narración que seguramente muchos han identificado y que les parece valiosa, interesante y además de alta calidad.
– ¿El tema de la paz ha permitido mostrar al mundo otras facetas de Colombia hasta hoy menos conocidas?
Sí señor, porque desde 2016 se ha creado una gran expectativa. El mundo entero está interesado en ver si Colombia verdaderamente está saliendo adelante de esos desafíos o si, por el contrario, está muy lejos de alcanzar una estabilidad y una concordia verdaderas y admirables.
Eso depende de la visión de mucha gente y, por supuesto, hay vivas muchas polémicas. Eso explica en buena medida que haya tantos escritores, tantas novelas, tantos premios, tantos reconocimientos en un país de una innegable vocación literaria que vive un presente muy atribulado, pero al mismo tiempo expresión de gran vitalidad.
– ¿El nuestro es un país de producción literaria regional?
Colombia es un país de regiones y, por tanto, no es exactamente lo mismo lo que motiva a un escritor del Caribe que a un escritor antioqueño o a uno santandereano, paisa o bogotano. Esa múltiple visión de los conflictos es objeto de muchas interpretaciones y transiciones. Por eso me llama la atención el hecho de que con una literatura nacional también se fortalece la literatura regional.
– ¿Falta impulso a la literatura regional?
Sí. El Ministerio de Cultura se ha propuesto llegar con alternativas a más gente para que se conozcan las obras literarias en escuelas y colegios, y que cualquiera pueda a través de las redes sociales y otros instrumentos electrónicos conocer a los escritores regionales, sus libros, su aporte a la literatura colombiana.
– Hoy los jóvenes poco leen, entre otras cosas debido a la tecnología. ¿El tema debe ponerse en la agenda nacional?
Hay fenómenos globales que están cambiando la sociedad colombiana, y eso tiene que ver con los jóvenes, con la manera en que asimilan las nuevas tecnologías y lo que podemos llamar ‘los viejos hábitos’ y las ‘viejas tecnologías’. El libro de papel que conocemos pertenece cada vez más a las viejas tecnologías y, por tanto, se le ve como algo desueto, entonces lo que está cambiando ahora a toda velocidad son las plataformas a través de las cuales la gente accede a la literatura y a la lectura.
Pero me parece injusto decir que los jóvenes no leen nada, aunque todavía no hemos encontrado el método para incentivarlos y motivarlos a nuevas formas de lectura. De todas maneras, el nivel de lectura sigue siendo bajo y el peso de la cultura oral sigue siendo alto.
– En Colombia hay muchas expresiones literarias, pero la literatura histórica es menor, ¿a qué se debe se debe ese fenómeno?
Creo que es porque Colombia tiene una conflictiva relación con su historia, y así lo he planteado en mis libros. La historia es algo que se puede contar de mil maneras, y esto tiene connotaciones políticas. Hay muchas cosas que al pueblo colombiano, en especial a la gente joven, no le gusta recordar.
– Por ejemplo…
Hay gente que tiene el énfasis absoluto en la violencia y solo lee literatura que tiene que ver con lo violento que ha pasado en nuestro país. Si apareciera hoy un libro como La María, escrito por un escritor contemporáneo, a nadie conmovería.
Toda esta literatura es histórica, pero lo que llamamos la novela histórica nunca ha sido de cultivo especial del público colombiano, yo soy plenamente consciente de que no les interesa a todos.