En medio de la creciente tensión política entre Colombia y sectores del gobierno estadounidense, dos congresistas del Partido Republicano negaron de manera tajante cualquier participación en un supuesto complot internacional para desestabilizar al presidente Gustavo Petro. La denuncia, que surgió de declaraciones del excanciller Álvaro Leyva Durán, fue calificada por los legisladores como “una farsa” y motivo de “risa”.

El origen de la controversia

La polémica estalló luego de que Álvaro Leyva, exministro de Relaciones Exteriores y figura cercana al presidente Petro, insinuara que ciertos actores extranjeros incluidos congresistas de Estados Unido, estarían detrás de una campaña para desprestigiar al actual mandatario colombiano y sabotear su agenda de gobierno, en particular las reformas sociales y el proceso de paz total.

Aunque Leyva no ofreció pruebas concretas, mencionó reuniones, presuntos intercambios diplomáticos y “acciones coordinadas” que, según él, apuntaban a un plan conspirativo con eco en Washington.

Respuesta desde el Capitolio

La reacción desde Estados Unidos no se hizo esperar. En declaraciones recogidas por Blu Radio, los congresistas Mario Díaz-Balart (Florida) y María Elvira Salazar (Florida), ambos reconocidos por su línea dura frente a gobiernos de izquierda en América Latina, rechazaron de forma categórica las acusaciones.

“Esa historia causa risa. Ni conozco al señor Leyva, ni tengo idea de a qué se refiere. Colombia es un país aliado de Estados Unidos, y no es nuestro estilo intervenir de esa forma”, dijo Díaz-Balart.

Por su parte, la congresista Salazar fue más directa:

“Quieren victimizarse para justificar sus errores internos. Si el gobierno colombiano enfrenta críticas, es porque ha tomado decisiones que preocupan a la comunidad internacional”.

Analistas colombianos coinciden en que el señalamiento de Leyva, más que una denuncia concreta, podría estar relacionado con las tensiones internas dentro del propio gobierno. Su salida del Ministerio de Relaciones Exteriores, marcada por desacuerdos con el presidente y un fallo disciplinario, habría dejado heridas abiertas.

El exministro ha intentado mantenerse vigente en el debate público, y sus declaraciones podrían interpretarse como un intento de reposicionarse como defensor del proyecto político del petrismo, pero también como una figura incómoda para el Palacio de Nariño.

La Cancillería colombiana no ha emitido comentarios oficiales sobre la supuesta denuncia de Leyva ni sobre la respuesta de los congresistas estadounidenses. Sin embargo, en círculos diplomáticos se advierte que este tipo de afirmaciones pueden afectar la imagen del país y generar tensiones innecesarias con uno de sus principales socios estratégicos.

Algunos sectores de la oposición colombiana también han criticado la postura del exministro, señalando que “hacer política exterior con rumores es irresponsable y pone en riesgo las relaciones bilaterales”.

¿Cortina de humo o advertencia velada?

La pregunta que queda en el aire es si estas declaraciones obedecen a un intento de distraer la atención pública en Colombia en momentos en que el gobierno enfrenta cuestionamientos por la implementación de sus reformas y recientes escándalos judiciales o si existe una preocupación real por injerencias externas en el escenario político nacional.

Mientras tanto, desde Estados Unidos la respuesta ha sido clara: cualquier insinuación de complot es infundada, exagerada y, según sus palabras, digna de burla.