#opinión
Por: Ulahy Beltrán López
Sin caer en la figura del “pesimismo crónico” que alguna vez comentaba Alejandro Gaviria Uribe, entonces ministro de salud y hoy “cuasi candidato a la Presidencia”, es indudable que el sector salud en Colombia en la actualidad no pasa por su mejor momento, así como tampoco se vislumbra mejoría significativa en el corto plazo, requiriéndose cuanto antes una verdadera reforma estructural y funcional al sistema.
Cada vez son más fuertes las críticas sobre la forma como se ha manejado la pandemia por el gobierno nacional en estos 15 meses, críticas que proceden no solo desde los propios escenarios de deliberación del sector salud, sino ahora también desde los escenarios académicos y políticos en el país, desde donde se han lanzado graves advertencias y alertas sobre la crisis por la que está atravesando la salud como derecho fundamental, además de la crisis crónica que existe en la operación del sector y del incierto futuro sectorial.
En días recientes la Universidad de los Andes, a través de su Observatorio de Salud Pública y Epidemiología en una publicación titulada “Con la pandemia aumentó la mortalidad materna en Colombia” advirtió que las cifras de mortalidad materna durante el año 2020 se habían comportado de manera inusual y que en Colombia ese hecho estaba representando un retroceso de 9 años en la salud pública del país.
Incluso, se menciona en dicho informe que los casos de mortalidad materna habrían aumentado tanto que el país estaba recreando el escenario que existía al respecto en el 2012.
De acuerdo con lo informado por el citado Observatorio, “en Colombia, durante el 2020, se presentaron 405 casos de mortalidad materna temprana. Una cifra que no se presentaba prácticamente desde el 2012. Frente al 2019, los casos se incrementaron en 106 para el año pasado” .
También sobre este tema, Sergio Silva Numa, escritor frecuente sobre temas de salud, generó un artículo periodístico (“La mortalidad materna creció en Colombia y volvió a los niveles del 2012”), en el que de manera patética define un sombrío escenario al respecto para el presente año al mencionar que “en comparación con 2019, los casos crecieron 38,4 % en 2020, mientras en 2021 la situación no parece alentadora”, especificando que en total las muertes de mujeres por complicaciones durante el embarazo, el parto o en el postparto en el año 2020 fue de 414 mujeres, además que la pandemia por el SARS-Cov-2 aumentó la mortalidad materna en el año 2012 que era de 46,8 por cada 100 mil nacidos vivos, a 66,4 por cada 100 mil nacidos vivos en el 2020.
Mientras esa es la realidad que muestran las cifras en un tema tan sensible como es la mortalidad materna, las cifras de contagios y fallecidos en la pandemia en Colombia siguen siendo motivo de preocupación mundial. Hasta el domingo 27 de junio de 2021 el total de contagios formalmente reportados era de 4.158.716 casos y los fallecidos por la pandemia ya sumaban 104.678; solamente ese día los casos nuevos informados fueron 32.376 y los fallecidos 664.
Ese tipo de registros estadísticos ha sido la razón para que se hayan dado otros pronunciamientos cuestionando el manejo de la pandemia y que han sido expresados por generadores de opinión, académicos y dirigentes políticos en el fin de semana que acaba de pasar.
Es así como el jurista especialista en derecho constitucional, investigador de Dejusticia y profesor de la Universidad Nacional, Rodrigo Uprimny Yepes cuestionó en su columna del fin de semana (“Un grito”) al abordar la problemática de la pandemia, cuando manifestó que “desde hace varias semanas mueren más de 500 personas diariamente por la pandemia. El promedio de los últimos seis días es de 640 con tendencia al alza, lo cual lleva a Colombia a una tasa diaria de 12,6 muertes por millón, muy superior a las de India o Brasil y una de las más altas del mundo”.
Para Uprimny Yepes resulta preocupante que a pesar de lo calamitoso del escenario de tamaña mortalidad diaria reportada en Colombia, ya se esté recibiendo esa información cada fin de día “con la misma indiferencia que un anuncio meteorológico”, y advirtió cómo los gobiernos, tanto el nacional como los locales han aceptado ese conteo de los 500 o 600 colombianos que mueren diariamente como una “una fatalidad de la reapertura económica”, tratando de trasladarle de manera ligera y sin fundamento epidemiológico la responsabilidad de esos muertos a las aglomeraciones por las marchas del paro nacional que ya completa 2 meses de duración.
De igual forma el reconocido constitucionalista manifestó que por parte del gobierno “la única apuesta de las autoridades parece ser la vacunación, cuya velocidad afortunadamente ha aumentado, pero que tomaría, en el mejor de los escenarios, meses en reducir significativamente las muertes, incluso con 400.000 dosis diarias”, pronosticando que de seguir así, los muertos serían 20 mil cada mes.
En ese mismo orden de ideas se pronunció Germán Vargas Lleras en su columna “El paquetazo”. El máximo dirigente del partido político Cambio Radical, fue inclusive aún más ácido en el análisis del sector salud, al cuestionar fuertemente el manejo de la pandemia que le ha dado el responsable de la cartera de salud, además de cuestionar el fracaso de lo que él llamó “la ley de punto final” (realmente no era una ley sino un acuerdo) y denunciar supuestas irregularidades en el funcionamiento del Ministerio de Salud y Protección Social, así como de otras agencias estatales del sector como el INVIMA y la Superintendencia Nacional de Salud.
Vargas Lleras, manifestó la inconformidad porque “solo el10% de la población” se ha vacuna y calificó de irresponsabilidad haber tomado las medidas desde el Ministerio de Salud de cambiar los protocolos de aplicación de la vacuna Pfizer pasando de 21 días a 84 días la aplicación de la segunda dosis, al decir él que eso es entrar al “terreno de la experimentación con los cocteles biológicos de diferentes casas”. En síntesis, para el excandidato presidencial el plan de vacunación adelantado por el Ministerio de Salud ha resultado ser “mediocre”.
Así las cosas, ante el comportamiento de las cifras de fallecidos diarios en la semana que acaba de pasar y que ubicó a Colombia sólo por detrás de la India y Brasil, además de la persistencia de la congestión de las UCI en muchas ciudades del país, el dirigente político cuestionó fuertemente la pretendida y promocionada reactivación económica por parte del gobierno nacional y algunos gobiernos locales, sugiriendo retrasarla por un tiempo adicional, haciendo un llamado a la reflexión al sostener que “lo más relevante es la vida y espero que quienes deban tomar las decisiones también la privilegien”, en otra crítica a quienes han decido avanzar con dicha reactivación.
El análisis de perspectiva que se hace de las fuentes revisadas para el presente escrito (un artículo académico de una prestante Universidad colombiana, una publicación de un frecuente escritor de temas de salud, la columna de un destacado jurista constitucionalista y docente universitario, y la de un dirigente político, líder innegable de uno de los partidos que apoya el actual gobierno), demuestra que en el sector salud como vamos en Colombia, vamos mal, y no hay subjetivismo en esa conclusión, porque las cifras no mienten, o como escribió el mismo Vargas Lleras en su columna referenciada: en el sector salud “los resultados están ahí, inocultables, llenándonos de hastío y vergüenza”.