Para ellos su misión fue rescatar a los habitantes que más podían, y ponerlos en un lugar a salvo. Tiempo y manos faltaron…
La noche del 13 de noviembre de 1985 es una fecha llena de dolor para todos, y de arrepentimiento para muchos de los armeritas que, por diferentes circunstancias no prestaron atención a las alertas que expertos habían dado de la amenaza del volcán . Hoy, 40 años después, dos de nuestros veteranos del Ejército Nacional, los sargentos primeros de la reserva activa Campo y Ayala, nos cuentan su historia y, en especial, su misión de salvar vidas.
El sargento primero de la reserva Ramiro Antonio Campo, en su momento orgánico del Batallón de Infantería N.º 16 Patriotas y comandante de pelotón, trae a la memoria esos dolorosos momentos que vivió apoyando durante la emergencia. «Estuve en el Batallón en el año de la avalancha, en el 85, y el comandante era nuestro coronel Sierra. Ese día nosotros estábamos ya listos para ir a una misión en Trujillo, Valle, por asuntos de orden público, debíamos salir el 13 de noviembre por la noche, y ya estábamos listos para arrancar cuando sucedió la avalancha de Armero. Ahí mismo nos cambiaron la orden, debíamos ir a prestar apoyo y auxiliar a las personas de Armero. Fue horrible esa imagen del pueblo. Debíamos salvar niños, salvar a quien lo necesitara, y salían totalmente enlodados. Fue muy espantoso y horroroso lo que sucedió en esa época».
Por su parte, el sargento primero de la reserva Luis Noé Ayala, orgánico del Batallón de Mantenimiento N.º 1, había llegado a apoyar el Batallón Patriotas con abastecimiento y ayudas para los damnificados. Y entre sus recuerdos destaca lo siguiente: «Llegamos aquí como a la medianoche, nos acantonamos en Mariquita. Allí estuvimos y pasamos a las bodegas del tren a ayudar a organizar, a recibir el material que llegaba en apoyo para la emergencia. Allí duramos una semana organizando todo para poder prestar los apoyos. De ahí a la semana siguiente, vinimos hasta el sitio donde había sucedido el desastre, pero no, ya no había sino soledad y tristeza. Dolía ver cuando llegamos a Armero. No había ninguna persona, solo los animales domésticos y las casas vacías, de ahí al regreso a Mariquita para apoyar con la medicina, la ropa, la comida a las diferentes poblaciones de la región que tenían necesidades de ese apoyo logístico»._
Estos dos hombres hoy nos llenan de orgullo. Su misión de salvar la vida de los habitantes de Armero era la prioridad, y sobreponiéndose al horror de la catástrofe, hoy nos recuerdan el legado de servir sin límites a los colombianos.
Desde la Sexta Brigada, exaltamos su loable labor y los felicitamos por la condecoración que recibieron por parte de la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo. Con la presencia de nuestros soldados en el norte del Tolima, seguimos atentos para brindar apoyo siempre que lo necesiten sus habitantes.



