Por Amalfi Rosales
Poco más de un año al frente del Departamento de Policía del Atlántico, el coronel John Harvey Peña Riveros se ganó el respeto y el cariño de la comunidad. Su estilo de mando, alejado de la rigidez y más cercano a las personas, cambió la manera en que muchos atlanticenses perciben a la institución policial. No fue solo un comandante: fue un interlocutor entre la fuerza pública y la ciudadanía.
Oriundo de Barranquilla, Peña asumió la comandancia del Atlántico en septiembre de 2024, tras una larga trayectoria en la Policía Nacional. Es egresado de la Escuela de Cadetes General Francisco de Paula Santander, con más de treinta años de servicio, formación en investigación criminal, convivencia y seguridad ciudadana, y experiencia en unidades de alta complejidad como la UNIPOL. A su llegada, prometió trabajar desde el territorio y no desde el escritorio, convencido de que la seguridad no se impone, sino que se construye junto a la gente.
En conversación con El Espacio Noticias, el coronel John Harvey Peña Riveros expresó su agradecimiento a la comunidad del Atlántico, autoridades locales y su equipo policial por el apoyo recibido durante su gestión al frente del Departamento de Policía. Destacó que, más allá de las cifras, su mayor logro fue el trabajo articulado frente a los principales delitos que afectan a la región, como el microtráfico, la violencia intrafamiliar y el robo de tierras.
Resaltó que uno de los avances más significativos fue la visibilización de fenómenos delictivos que antes pasaban desapercibidos, lo que permitió mejorar la percepción de seguridad y orientar las estrategias policiales hacia la prevención.
Durante su administración, se inauguraron nuevas infraestructuras policiales, entre ellas el comando de Sabanalarga, la subestación de Puerto Giraldo y próximamente el comando de Candelaria, con el apoyo de la Gobernación del Atlántico. Estas obras, afirmó, buscan mejorar la calidad de vida de los uniformados y fortalecer las capacidades tecnológicas y logísticas para atender a la ciudadanía.
En cuanto a los índices de homicidio, reconoció que las cifras presentan un reto, explicando que cerca del 70 % de las víctimas tenían antecedentes o vínculos con estructuras criminales conocidas como Los Pepes y Los Costeros. “Esa es la lucha —dijo— por la cual desafortunadamente se están asesinando personas en el departamento, las disputas por las rentas criminales”.
Finalmente, Peña Riveros manifestó su confianza en que el nuevo comandante continuará con la misma determinación la labor emprendida: una policía cercana, moderna y comprometida con la convivencia ciudadana.
Durante su gestión al frente del Departamento de Policía del Atlántico, el coronel John Harvey Peña Riveros lideró una lucha frontal contra las redes dedicadas al robo de tierras, un flagelo que ha cobrado vidas y generado profundas afectaciones sociales en la región. Bajo su mando se adelantaron investigaciones y operativos que permitieron desarticular estructuras criminales vinculadas a este delito, devolviendo la confianza a propietarios y familias víctimas de despojo. Su compromiso con la justicia y la defensa de los derechos de las comunidades rurales marcó un antes y un después en la labor policial del Atlántico.
Su mensaje fue coherente con sus acciones. En municipios como Sabanalarga, Baranoa y Malambo fue común verlo liderando jornadas de diálogo comunitario, escuchando a comerciantes, jóvenes y líderes sociales. En cada encuentro repetía una frase que se convirtió en símbolo de su gestión: “Hay que buscarles alternativas a los jóvenes, quitárselos a la delincuencia”. Ese enfoque lo llevó a fortalecer programas de prevención, acompañamiento psicosocial y campañas escolares que ayudaron a reducir conflictos en entornos educativos.
Durante su periodo se adelantaron operativos importantes contra el microtráfico, la extorsión y la delincuencia común. Bajo su mando se lograron resultados sostenidos en materia de capturas, desarticulación de estructuras locales y decomisos de estupefacientes, especialmente en las zonas rurales del centro y oriente del departamento. Las cifras oficiales reflejaron una leve reducción de los homicidios en el primer semestre de 2025, y un aumento en las denuncias ciudadanas, indicador que, según la institución, demuestra mayor confianza en la autoridad.
Pero más allá de los resultados operativos, lo que marcó su paso por la comandancia fue la empatía. En barrios populares de Soledad y Santo Tomás, los habitantes destacaban su disposición a escuchar y su presencia constante en actividades comunitarias. No era extraño verlo conversar con vendedores informales o recorrer calles en compañía de los cuadrantes. En redes sociales, varios ciudadanos agradecieron públicamente su cercanía, afirmando que “volvieron a sentir a la Policía como aliada”.
El gobernador Eduardo Verano de la Rosa reconoció públicamente su labor al término de su gestión, durante la ceremonia en la que asumió el nuevo comandante, coronel Eddy Javier Sánchez Sandoval. En su discurso, Verano destacó la entrega de Peña y su aporte a la convivencia: “El coronel Peña deja un legado de confianza y respeto mutuo. Su trabajo fue clave para que los atlanticenses volvieran a creer en su Policía”.
Ese reconocimiento resume la esencia de su liderazgo. Bajo su dirección, la institución fortaleció la coordinación con las alcaldías municipales, reactivó los frentes de seguridad y promovió programas de prevención con enfoque social. La estrategia Entornos Seguros, enfocada en colegios, y el plan Jóvenes a la Legalidad fueron dos de las iniciativas que más acogida tuvieron entre la población.
Durante su carrera, el coronel Peña ha recibido numerosas condecoraciones, entre ellas la Medalla al Mérito Policial y la Cruz al Mérito del Servicio, que reconocen su compromiso con la seguridad y la convivencia. En el Atlántico, además, deja un equipo cohesionado y con la misión de mantener los avances logrados durante su mando.
La salida del coronel Peña no pasa desapercibida. Quienes trabajaron con él coinciden en que supo combinar la firmeza con la humanidad, la disciplina con la empatía. En un departamento que enfrenta desafíos complejos en materia de seguridad, su gestión representó un esfuerzo por cambiar la narrativa: demostrar que la autoridad también puede tender la mano.
Hoy, al dejar el cargo, queda la sensación de que su legado va más allá de las cifras. En muchos rincones del Atlántico, las comunidades recuerdan al comandante que no se escondía detrás del uniforme, sino que lo usaba para acercarse, escuchar y servir. Su paso por la comandancia deja un mensaje claro: la convivencia se construye con confianza, y la confianza solo se gana con presencia y respeto.
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