Por: Jaime Guzmán
El primer choque entre Junior de Barranquilla y América de Cali en los cuartos de final de la Copa Colombia dejó más interrogantes que certezas. Fue un partido intenso, jugado con la seriedad de una final anticipada, en el que cada detalle contó y donde el margen de error fue mínimo. Desde el pitazo inicial se vio a dos equipos conscientes de lo que estaba en juego, midiendo cada movimiento y mostrando un rostro muy diferente al que habitualmente ofrecen en la liga.
América apostó por momentos de presión alta, tratando de incomodar la salida de Junior y forzando errores en la zona de creación. Su propuesta fue más vertical, con intención de sorprender en velocidad y aprovechar la espalda de la defensa rival. Por instantes, el cuadro escarlata logró meter al local en su propio campo, dándole vértigo y un ritmo que incomodó a los barranquilleros. Sin embargo, su falta de claridad en el último pase y la imprecisión de sus delanteros hicieron que varias de sus aproximaciones se quedaran en intentos.
Junior, en cambio, apeló al control y a la paciencia. Supo aguantar las embestidas iniciales y poco a poco fue tomando la pelota para imponer su estilo. Buscó circulación de balón, juego por las bandas y serenidad en la toma de decisiones, consciente de que en una serie de ida y vuelta el equilibrio es tan importante como el ataque. No obstante, cuando encontró espacios en el área rival, se topó con el mismo problema: la falta de definición. Sus atacantes no lograron transformar en gol las jugadas colectivas, y esa ausencia de contundencia terminó pesando en el desarrollo del partido.
El resultado final no solo refleja el marcador en el papel, sino la tensión de un encuentro en el que nadie quiso regalar nada. Más allá de la entrega y la disposición táctica, quedó la sensación de que la serie pudo haberse inclinado para cualquiera de los dos si hubiesen tenido mayor efectividad frente al arco. La falta de definición fue el factor común, y con ella, la certeza de que los entrenadores tendrán que trabajar a fondo en ese aspecto para el duelo de vuelta.
Sin embargo, América se llevó una victoria importante en condición de visitante y ahora depende únicamente de sí mismo para asegurar la clasificación. El cuadro escarlata tendrá la ventaja en el Pascual Guerrero, donde con un empate le bastará para sellar el paso a semifinales.
Junior, por su parte, quedó contra la pared: está obligado a ganar por diferencia de dos goles si quiere avanzar directamente, o al menos imponerse por la mínima para forzar la serie a la tanda de penales, una instancia en la que en los últimos tiempos no ha mostrado solidez.