Por estos días, cuando Colombia se prepara para un nuevo proceso electoral, el Procurador General, Gregorio Eljach Pacheco, puso sobre la mesa dos riesgos que no son ajenos a la vida de cualquier ciudadano: la posibilidad de un ataque digital y la manipulación de la información en redes sociales.

El primero de ellos parece sacado de una película de espionaje: intentos de hackeo y lo que él llama “bombardeo digital”. Según explicó, ya se trabaja en un “escudo tecnológico” que evite que los datos de los votos se alteren en el camino. Y aunque en elecciones pasadas no se han registrado fraudes en la transmisión o conteo, las experiencias de otros países muestran que Colombia no está exenta de este peligro.

El segundo riesgo es quizás el más cercano a la vida cotidiana: la desinformación. Ya no se trata solo de “bodegas” que manipulan conversaciones, sino de verdaderas “granjas digitales” capaces de distorsionar la percepción de la realidad. En otras palabras, mensajes diseñados para sembrar dudas, dividir y hacer que la gente desconfíe del sistema electoral.

“El daño no está en la transmisión de datos, sino en lo que piensa la gente”, advirtió Eljach. Y es allí donde cada ciudadano juega un papel: revisar las fuentes, no compartir rumores y reconocer que la democracia depende también de la confianza colectiva.

El Procurador fue enfático en que no hay intención alguna de suspender o modificar el calendario electoral. “Es falso y perverso pensar que se quiera malograr el proceso”, dijo, al tiempo que aseguró que junto con la Contraloría, la Registraduría y el Ministerio de Hacienda se están articulando esfuerzos para garantizar elecciones libres, transparentes y seguras.

En últimas, más allá de las cifras y los sistemas de seguridad, el mensaje central es claro: la democracia se cuida entre todos, no solo blindando la tecnología, sino también combatiendo la desinformación que circula en redes sociales y grupos de mensajería.