El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció este martes la descertificación de Colombia en la lucha contra las drogas, al incluir al país en la lista de naciones que, según la Casa Blanca, “han fallado demostrablemente” en cumplir sus compromisos internacionales frente al narcotráfico.
La medida marca un giro en la relación histórica de cooperación antidrogas entre ambos países y revive la tensión diplomática que no se vivía desde hace casi treinta años.
Los motivos de la decisión
En su declaración, Trump aseguró que la producción de cocaína en Colombia alcanzó niveles sin precedentes y cuestionó el enfoque adoptado por el presidente Gustavo Petro, basado en la sustitución voluntaria de cultivos y la atención a las causas sociales del narcotráfico, en lugar de la erradicación forzada.
“El gobierno colombiano no ha hecho lo suficiente para frenar la expansión de los cultivos ilícitos. Estados Unidos necesita ver resultados reales, no promesas”, dijo el mandatario republicano, al tiempo que advirtió que la descertificación es un llamado de alerta.
Una puerta entreabierta
Pese a la dureza del anuncio, Trump aclaró que la decisión podría revertirse si Colombia adopta lo que llamó “medidas más agresivas” contra el narcotráfico.
“Si vemos acciones contundentes, podemos reconsiderar esta designación. Queremos a Colombia como socio, pero necesitamos compromiso total”, agregó.
La declaración deja abierta una ventana para que el gobierno de Petro intente demostrar avances en el corto plazo y así evitar sanciones más severas.
Lo que está en juego para Colombia
La descertificación no es simbólica: puede derivar en la reducción de la ayuda estadounidense en seguridad y cooperación, afectar programas rurales de sustitución y golpear la confianza de inversionistas internacionales.
Analistas señalan que, más allá de las sanciones económicas, el costo más alto puede ser diplomático: la relación con Washington, que ha sido estratégica durante décadas, entra ahora en un terreno incierto.
La respuesta de Bogotá
El gobierno colombiano reaccionó defendiendo su estrategia y recordando que en los últimos meses se han decomisado cargamentos récord de cocaína y se han destruido cientos de laboratorios clandestinos.
El presidente Gustavo Petro insistió en que “la guerra contra las drogas fracasó” y que la solución pasa por transformar las condiciones sociales en los territorios, en lugar de intensificar la represión militar.
“Colombia no será más el escenario de una guerra inútil. Nuestra obligación es con los campesinos, con la vida y con la paz”, afirmó el mandatario.
Una relación en tensión
La decisión de Trump supone un desafío diplomático de primer orden. Mientras Estados Unidos exige “mano dura” y erradicación forzada, Colombia insiste en una estrategia de largo plazo centrada en desarrollo rural y justicia social.
Entre esas dos visiones se juega ahora no solo la continuidad de la cooperación bilateral, sino también el rumbo de la política antidrogas en uno de los países más golpeados por el narcotráfico en el mundo.