En medio del clima de tensión política y social que atraviesa el país, el ministro del Interior, Armando Benedetti, confirmó este martes que el presidente Gustavo Petro está dispuesto a reunirse con todos los líderes políticos, incluidos expresidentes, dirigentes de partidos y candidatos presidenciales. El objetivo, según el jefe de la cartera política, es evitar una escalada de confrontaciones que amenacen la estabilidad democrática de Colombia.
“El presidente está dispuesto a reunirse con los partidos y con los expresidentes, a hablar con ellos, a bajar el tono, a concretar unos mínimos para que no termine pasando lo que quieren los violentos, que es que nos matemos entre nosotros”, señaló Benedetti en declaraciones a medios nacionales, en un llamado claro a la concertación frente al aumento de la polarización política.
Contactos en marcha
El ministro reveló que ya ha iniciado contactos informales con expresidentes y líderes de diferentes vertientes políticas. “Yo he hablado con algunos expresidentes, he mandado razones, por ahora, todo está en veremos”, añadió, refiriéndose a los acercamientos que se vienen gestando desde la Casa de Nariño para construir una hoja de ruta que priorice la paz electoral, la defensa institucional y el respeto por las diferencias políticas.
Aunque no especificó con cuáles expresidentes se ha entablado contacto, se conoce que hay un interés del Ejecutivo en dialogar con figuras clave del espectro político nacional, incluyendo a quienes han sido críticos de la administración Petro.
Contexto de polarización y violencia
Esta iniciativa de diálogo ocurre en un momento en el que el país ha sido sacudido por hechos de violencia política, como el reciente atentado contra el senador y precandidato Miguel Uribe Turbay, y por denuncias sobre falta de garantías para algunos sectores políticos, especialmente aquellos que no hacen parte del Gobierno.
Diversos actores nacionales e internacionales, incluida la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Unión Europea, han manifestado su preocupación por el clima de inseguridad en el marco del proceso electoral que se avecina. Desde el propio Gobierno se ha reconocido la urgencia de generar canales de entendimiento y evitar un retroceso democrático.
Un llamado a los “mínimos de convivencia”
Benedetti hizo énfasis en que no se trata de una estrategia electoral ni de un acto simbólico, sino de una necesidad urgente: “Lo que estamos buscando no es que todos piensen igual, ni que se unan al Gobierno, sino que construyamos un acuerdo mínimo: el respeto por la vida, por las reglas de juego, por las instituciones y por el derecho a disentir”.
El ministro destacó que el presidente Petro está abierto al diálogo incluso con sectores que han sido opositores tradicionales, porque, según sus palabras, “Colombia no puede seguir atrapada en trincheras ideológicas mientras se desangra por la violencia y el odio”.
Reacciones divididas
Las reacciones a este anuncio han sido variadas. Algunos sectores políticos han saludado el gesto como un paso en la dirección correcta. “Siempre será bienvenida una convocatoria al diálogo, pero debe ser sincera y sin imposiciones”, señaló un vocero del Partido Conservador.
Otros, en cambio, se mostraron escépticos. “El presidente debe comenzar por garantizar condiciones de seguridad y equidad para todos los sectores, especialmente los que no hacen parte del Gobierno”, expresó un dirigente de la oposición de derecha.
¿Se concretará la mesa de diálogo nacional?
Por ahora, el Gobierno asegura que seguirá trabajando para concretar los encuentros. Aún no hay una fecha definida ni una hoja de ruta oficial, pero desde el Ministerio del Interior se insiste en que esta es una prioridad presidencial. En los próximos días, se espera que haya nuevos acercamientos y posiblemente una convocatoria formal para iniciar lo que podría convertirse en una gran mesa de diálogo nacional por la democracia.
En un país marcado por décadas de conflicto, violencia política y profundas divisiones, la posibilidad de que el Gobierno y sus críticos se sienten a dialogar representa una oportunidad histórica. La clave estará en si este llamado se traduce en hechos concretos y compromisos reales por parte de todas las fuerzas políticas.