Un grupo de cardenales en Roma ha sugerido realizar el cónclave para elegir al próximo Papa en un plazo de dos o tres días, en lugar de extenderse durante varias semanas como en el pasado. Esta propuesta busca hacer el proceso más ágil y eficiente, respondiendo a las necesidades de un mundo moderno que exige decisiones rápidas. Aunque algunos cardenales defienden la importancia de un tiempo de reflexión más largo, esta iniciativa refleja el intento de adaptar los procedimientos tradicionales de la Iglesia a los tiempos actuales, sin comprometer la profundidad del discernimiento.
La propuesta de un cónclave más corto también responde a los cambios en la dinámica global de comunicación, donde las noticias circulan a gran velocidad y las decisiones se requieren con mayor prontitud. En un mundo donde la Iglesia enfrenta desafíos urgentes, como la gestión de crisis internas, el avance de los derechos humanos y la respuesta a las necesidades espirituales de una comunidad global diversa, algunos cardenales consideran que un proceso electoral rápido podría permitir una respuesta más efectiva. Además, un cónclave de corta duración podría reducir los costos logísticos y la atención mediática, elementos que en ocasiones desvían el enfoque de la importancia del evento.
Por otro lado, la idea no está exenta de críticas. Muchos purpurados aseguran que el tiempo de reflexión es crucial para discernir adecuadamente la figura del nuevo Papa, dada la magnitud de la responsabilidad que este asumirá. El cónclave, en su formato tradicional, ha sido visto como un proceso que permite la calma y la oración, elementos esenciales para tomar una decisión que debe reflejar la voluntad de la Iglesia en su conjunto. De este modo, aunque la propuesta busca modernizar el proceso, también enfrenta desafíos en cuanto a mantener la profundidad y solemnidad que siempre han caracterizado este rito tan emblemático para la Iglesia Católica