La elección de su sepultura
El Papa Francisco, conocido por su humildad y cercanía con los más necesitados, sorprendió a muchos al decidir ser enterrado en la Basílica de Santa María la Mayor, en lugar de seguir la tradición de ser sepultado en las grutas vaticanas, donde descansan los papas anteriores. Esta decisión simbolizaba su deseo de estar cerca de los excluidos, aquellos a quienes dedicó gran parte de su pontificado. Su tumba, modesta y de mármol blanco, lleva una inscripción sencilla que dice «Franciscus», en homenaje a su nombre papal, y una reproducción de su cruz pectoral en plata, un símbolo de su dedicación al servicio y la misericordia.
La Basílica de Santa María la Mayor es uno de los lugares más importantes del cristianismo, especialmente para los fieles que veneran a la Virgen María. Francisco eligió estar cerca de la Virgen Salus Populi Romani, una de las advocaciones marianas más significativas, cuyo ícono se encuentra en la basílica. En su tumba se pueden ver detalles que reflejan su profunda devoción mariana y su vida dedicada a la paz, la justicia social y la atención a los más pobres.
El último adiós
El funeral comenzó en la Plaza de San Pedro, donde más de 250,000 personas acudieron a rendir homenaje al Papa. La ceremonia fue presidida por el cardenal Giovanni Battista Re, y estuvo marcada por una multitud de fieles, religiosos, líderes mundiales y autoridades eclesiásticas que acompañaron al Papa en su último viaje. Entre los asistentes se encontraban figuras internacionales de gran renombre, como el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el príncipe William, entre otros, que ofrecieron sus condolencias a la familia papal y al pueblo católico.
Durante la misa, se evocaron los momentos más significativos del pontificado de Francisco, incluyendo su incansable labor por los derechos humanos, su llamado a la justicia social y su esfuerzo por acercar la iglesia a las personas más necesitadas. Después de la misa, el féretro de Francisco fue colocado en un papamóvil especialmente diseñado para la ocasión, lo que permitió a miles de personas verlo por última vez mientras el cortejo fúnebre recorría las calles de Roma.
El recorrido pasó por algunos de los lugares más emblemáticos de la ciudad, como el Coliseo y los Foros Imperiales, haciendo una parada en varias iglesias importantes, como el Vaticano y la Basílica de San Giovanni in Laterano. Esta última parada fue un momento de gran simbolismo, ya que allí se encuentra la catedral de Roma y el papa tiene su sede.
La sepultura
Tras recorrer la ciudad, el cortejo fúnebre llegó finalmente a la Basílica de Santa María la Mayor. La ceremonia de sepultura fue íntima, reservada solo para la familia cercana y las autoridades eclesiásticas. La tumba del Papa fue ubicada entre la Capilla Paulina y el sepulcro de la familia Sforza, un lugar que refleja el espíritu de humildad del pontífice. El camarlengo Kevin Joseph Farrell presidió la ceremonia, y los familiares cercanos del Papa Francisco estuvieron presentes para rendirle su último adiós.
Durante la ceremonia, el Papa fue sepultado en una tumba que refleja su vida simple, pero profundamente espiritual. La inscripción de «Franciscus» está grabada en la lápida de mármol blanco, y junto a ella se encuentran símbolos religiosos que destacan su amor por la Iglesia y su cercanía con Dios. La tumba está orientada hacia el ícono mariano de la Virgen Salus Populi Romani, una de las imágenes más veneradas por el Papa Francisco.
El Papa Francisco, a lo largo de su pontificado, fue un símbolo de misericordia y servicio a los demás. Por esta razón, su sepultura en un lugar accesible a todos, en el centro de Roma, resalta su legado como un Papa cercano al pueblo y siempre dispuesto a servir a los más pobres y vulnerables.
La memoria del Papa Francisco
A partir del domingo 27 de abril, los fieles tendrán la oportunidad de visitar la tumba del Papa Francisco en la Basílica de Santa María la Mayor, para rendirle homenaje y recordar su vida dedicada al amor y servicio a la humanidad. Su legado perdurará en la memoria colectiva de todos aquellos que lo conocieron y lo amaron, y en el corazón de los católicos de todo el mundo.
El Papa Francisco deja un legado de humildad, de reforma dentro de la Iglesia y de constante llamado a la paz y la justicia. Su funeral, y el lugar de su sepultura, reflejan de manera fiel los principios que guiaron su vida y su pontificado, marcados por la cercanía a los más necesitados, su amor por la Virgen María y su incansable lucha por un mundo más justo.