Por: Jorge Vergara Carbó
Fue uno de los temas tratados en la reciente Asamblea del Banco Mundial y el FMI, celebrado a finales de octubre en la ciudad de Washington, donde se analizaron la variación que han tenido los precios de los alimentos en los últimos cuatro años, después de la pandemia. El trigo subió un 3%, el maíz un 4%, y el arroz un 36%.
En el año 2050, habrá 10.000 millones de habitantes, esto significa que se debe producir un 60%, más de los alimentos de hoy, en el proceso de aceleración del cambio climático.
No podemos olvidarnos que el sector de los alimentos genera el 30% de los gases de efecto invernadero, lo que implica transformarse aceleradamente para satisfacer la demanda de alimentos de manera sostenible. Para lo que se necesita capital y tecnología especialmente para el pequeño o mediano productor.
El estudio del Banco Mundial, concluye que en la actualidad los gobiernos asignan aproximadamente US$650.000 millones anuales para mantener un sistema alimentario que contribuye a degradar el medio ambiente afectando la salud pública. Por ello, plantea, reorientar los subsidios a la agricultura. Dice que, si se destina el 10% hacia innovaciones sostenibles, se podrían generar US$2.4 billones adicionales, reducir los precios un 18%, recortar las emisiones un 40%, y reconvertir el 2% de las tierras agrícolas en hábitats naturales para 2040. Unos beneficios, que no pueden ser olvidado por los países del mundo.
La guerra Rusia -Ucrania, trajo como consecuencias el aumento de los precios de los alimentos y como consecuencia de ello la mayoría de países empezaron a fijar políticas restrictivas al comercio de alimentos y fertilizantes encaminados a proteger el mercado interno y reducir los precios. Tanto es así, que 16 países han aplicado 21 prohibiciones a la exportación de alimentos, y 8 han implementado 15 medidas que limitan las exportaciones.
Como pueden apreciar, el desafió es grande, la hambruna continua, actualmente hay 733 millones de personas que no tienen como alimentarse, el 9.1% de la población mundial al 2023.
El hambre la genera la pobreza y la pobreza se da por las desigualdades existentes en el mundo, por la falta de empleo, la exclusión social y a la falta de productividad. Para generar empleo se necesita que la producción de bienes y servicios aumente no hay otra alternativa. Las desigualdades se disminuyen con un sistema educativo público de alto nivel, y todo lo anterior se logra con políticas públicas claras, que generen confianza, que no cree incertidumbres y principalmente que la corrupción sea controlada y sancionada para que los recursos que se reciben por el pago de impuestos se utilicen de la mejor manera posible.
El día que Colombia en inversión pública se presenten proyectos y se escojan los que generan mayor beneficio social, ese día el país entero empezara a cambiar, evitaremos obras inconclusas, despilfarro y por supuesto corrupción.
Nota: Resumen documento sobre la seguridad alimentaria del Banco Mundial.