¿Un nuevo día para empezar de nuevo? En muchas ciudades y departamentos donde se posesionaron hoy los nuevos mandatarios con sus respectivos gabinetes, ¿será el fin de una pesadilla? El problema es que ellos entiendan que siempre hay un nuevo día para empezar de nuevo. Por ejemplo, en Bogotá (Carlos Fernando galán), Medellín (Fico Gutiérrez), Cali (Alejandro Eder) o Cartagena de Indias, Dumek Turbay Paz, cuyos antecesores administraron equívocamente sus respectivas ciudades no importa qué ideología política representaban.
Con la promesa de comenzar un nuevo día en sus respectivas ciudades, se pronunciaron los discursos de las principales ciudades del país. Otros, muy pocos, prometieron continuidad, como el caso de Barranquilla, donde la vieja administración charista de Jaime Pumarejo, quien brilló por su omisión social, lo reemplaza su patrón Alejandro Char.
¿Un nuevo día? o ¿”Carta blanca”?
Se empieza por decir que, desde VoxPopuli Digital, ninguno de los mandatarios que se posesionaron hoy en sus respectivos cargos tendrán “Carta blanca”. Se apoyará las administraciones, pero condicionado a la calidad de gestión que realizan. El periodismo libre que ejercemos siempre se inclinará hacia la participación ciudadana y a la verdad real, pese a la amistad que se tenga con cada uno de los mandatarios.
Son 1460 días que cada mandatario tiene para construir ese nuevo día en sus ciudades o departamentos. Desde el día 1 del ejercicio de ese poder, deben reflejar la capacidad de gestión y de visión de los alcaldes y gobernadores.
El desayuno podría indicar cómo va a ser el almuerzo y la cena. Aunque no siempre es así. Pero la primera semana de gestión es como una especie de cabañuelas de la gestión de un nuevo mandatario. Por ejemplo, su gabinete debe reflejar su estilo y su contenido de gestión. Y desde la composición de su circulo más cercano del poder, uno podría predecir cómo va a ser el desayuno.
El grave problema de los mandatarios es que se rigen por dogmas, ideologías políticas inamovibles y viejos esquemas de administración pública que la praxis política se encarga de reventar. Por ejemplo, Bogotá se vino a menos con los últimos mandatarios, no importa su ideología de izquierda o de derecha. Yo, Claudia, fue un fracaso total. Su impredecible forma de gobernar llevó a la debacle a la ciudad. La hoy exalcaldesa fue una veleta loca. Sin norte. Sin Sur. Sin Este. Sin Oeste. En otras palabras, sin orientación alguna. Sin Brújula.
La audiencia que desenmascaró a Dau. (Picar aquí:)
Cartagena y el fin de una pesadilla
La peor administración que ha tenido Cartagena de Indias, según los expertos, fue la de William Dau Chamat. Se autodestruyó y carcomió a la ciudad creyendo que con su conducta estaba salvando a Cartagena. Una mentira que contagió a los cartageneros al principio de su administración que prometía acabar con la corrupción. Alcanzó a tener el 82% por ciento de favoritismo . . . hasta cuando hicimos la audiencia de revocatoria el 2 de febrero de 2021.
Ese primer año fue de show en show mientras la ciudad se desmoronaba y se empobrecía. Dau y sus secretarios contrataban a dedo más de $200 mil millones. Mucho de ese dinero se lo robaron como se lo demostramos a las autoridades en las investigaciones publicadas en VoxPopuli Digital. La nota sorprendente, es que de esas denuncias, hoy no hay un solo preso. La Fiscalía, la Procuraduría, la Personería y la Contraloría fueron cómplices, con excepción de la Contraloría Distrital que lo suspendió. Pero, el contralor General de la época, Pipe Córdoba, se dejó comprar, presuntamente, por los hombres que estaban detrás del Zambiloco.
En síntesis, Dumek Turbay Paz hereda una administración y una ciudad caóticas de un mandatario de mente retorcida, criminal y psicópata. Mente disloca y repotenciada por su adicción a sustancias legales e ilegales. Se la pasó vapeando ¿marihuana revuelta con basuco y tabaco? Nunca respondió esa pregunta que se le hizo en el primer año de su administración y se la recordó en la audiencia de la de revocatoria del 2 de febrero de 2021.
Galán remplaza a Yo, Claudia
Carlos Fernando Galán Pachón tomó posesión hoy. Recibió el bastón de mando de Claudia López Hernández (Yo, Claudia), una las peores mandatarias de Bogotá. Esto no lo debe olvidar cada colombiano, porque el ser humano es lo que hace en su práctica. Su discurso es incoherente con sus realizaciones administrativas en sus 4 años. Fue la primera mujer como alcaldesa con una ideología dislocada.
A pesar de la pésima administración de Yo, Claudia, los bogotanos no podrían firmar una carta en blanco a Galán. El desastre de su antecesora no podría ser apoyo incondicional al nuevo alcalde. El alcalde de Bogotá debe propiciar un cambio de rumbo a una ciudad que había tenido una orietación de progreso y desarrollo.
En ese sentido, el alcalde pidió apoyo al presidente Gustavo Petro:
“Al Gobierno nacional le reitero que acá tiene un aliado para hacer que los grandes proyectos de Bogotá salgan adelante. (…) ¡Claro que hay diferencias! pero ¿para qué enfrascarnos en lo que nos divide, si existen tantos puntos de encuentro a partir de los que podemos trabajar juntos?”
En Barranquilla, “Dios lo permite todo”, Char
Alejandro Char Chaljub, quien materialmente está incurso en inhabilidad, asumió por tercera vez la alcaldía de Barranquilla. Si termina, que está en duda, serían 12 años de gestión que llevó a la ciudad a un estado de postración social donde creció la indigencia y el hambre, disfrazados por un crecimiento informal de la economía.
Al respecto dijo:
“En esta tercera ocasión que ustedes me han traído acá, quiero agradecer a Dios porque permite todo y le pido que nos dé mucha fortaleza y sabiduría para administrar a Barranquilla”.
Dios lo sabe todo, pero no permite todo, por ejemplo, la corrupción galopante de Barranquilla. El no tan nuevo alcalde, tiene que resolver obras inconclusas que él mismo puso en marcha en su primera administración que hasta ahora no han terminado o no se han hecho.
¿Un nuevo día? Si es posible, siempre y cuando los nuevos mandatarios lo quieran y la ciudadanía esté pendiente de que ello sea cierto. Pero el respaldo de la ciudadanía a los nuevos mandatarios no puede convertirse en una carta en blanco. El apoyo debe ser condicional. Y si es necesario, evaluarlo en el primer año para saber hacía dónde va su administración. En este sentido, se vería la necesidad de un proceso de revocatoria en un país donde la Registraduría está al servicio del poder y no de la ciudadanía.