#Opinión


Las noticias políticas en el departamento del Magdalena parece tener un giro alentador por cuenta de las imputaciones que un equipo de Fiscales Delegados ante la Corte Suprema de Justicia adelantará contra reconocidos cabecillas de clanes políticos (de cuestionable reputación) por la apropiación de cantidades del erario a través del histórico y tradicional del accionar corrupto a la contratación pública irregular.


Un contundente procesamiento penal de dos exgobernadores de la “Pandilla” Cotes y del Pluma Blanca de la “Mara” Caicedo, que evidencie sus malos hábitos políticos y los baje de la nube, mediante sanciones ejemplarizantes, de creerse propietarios absolutos de los bienes públicos, representa un sensible pellizco de la justicia en favor de la desorientada sociedad magdalenense atrapada (y sin salida) en un intrincado laberinto plagado de pirañas hambrientas de poder y plata.


Y digo que solo se trata de un pellizco, pues la corrupción en el gobierno departamental se ha extendido a lo distrital y municipal como verdolaga en playa, y, lo peor, es que no se detiene, haciendo mortal e indignante metástasis en considerables sectores de la Rama Judicial.


En efecto, Jueces, Fiscales y abogados denunciados por múltiples conductas delictivas continúan su paso devastador sin que se vean resultados reparadores de los bienes jurídicos constante e impunemente vulnerados.


Parece que resulta muy difícil que entre bomberos se pisen la manguera, pues, en realidad de verdad, sobran los dedos de una mano para contar, concretamente en Santa Marta, a jueces y fiscales sancionados penalmente, y que no nos pretendan engañar con la pueril falacia de que todos estos funcionarios son blancas palomas fieles a los mandatos constitucionales y legales. lo que sucede es que estos personajes (que en lo público se esmeran por presentar su más conspicua y proba faceta) deben ser investigados, imputados, acusados, juzgados y sancionados por Magistrados y Fiscales con quien cotidianamente trabajan, conviven o de algún modo socializan, llegando, incluso, a entrabarse lazos de amistad y posiblemente afecto (tal vez soterrados como oscuros intereses también) que hacen humana y emocionalmente complicado llevarlos ante el foro judicial y desvelar, eventualmente, los comportamientos ilícitos de aquellos compañeros, colegas y amigotes con el fin de solicitar e imponer la privación de su libertad y la consecuente pérdida de su empleo.


Sin duda, se trata de una tarea muy dura, pero que tiene y debe hacerse en bien de la colectividad, para lo cual se requiere de una persona no solo bien preparada académicamente sino anclada en firmes valores constitucionales, legales, morales, personales y familiares.


Hoy en día Santa Marta, y el Magdalena en general, enfrentan la particular situación consistente en que uno de los Fiscales Delegados ante el Tribunal Superior de Distrito Judicial dejó vacante su cargo al lograr su status de pensionado.


En efecto, el Dr. Francisco Álvarez cumplió su ciclo como Fiscal Sexto Delegado ante el Tribunal de Santa Marta (sin pena ni gloria, sin dejar ninguna huella, en un paso macilento, triste y desolado, cual brizna de paja al viento) dejando sin resolver importantes procesos contra jueces de esta ciudad. Ahora corresponde reemplazarlo, pero, he allí un nuevo dilema para la pobre y desamparada Santa Marta.


Seguramente se designará provisionalmente a las mismas vacas sagradas que siempre lo han sido, expertos (as) lamesuelas de sus superiores jerárquicos del nivel central Bogotano, parásitos aduladores que lo único que les interesa es el renombre de ostentar un rimbombante título judicial, escalar posiciones internamente a costa de quien y lo que sea así como engrosar su hoja de vida.

Esta laya, sabedores de su interinidad, dejarán transcurrir parsimoniosamente los días sin mayores esfuerzos (pero devengando el jugoso salario), hasta que llegue el nuevo titular, quien, como ya se dijo, debería ser nombrado en función de sus excelsas cualidades jurídicas y personales como por su humildad como ser humano.


Lamentablemente, este no es el baremo que tienen en cuenta los burócratas bogotanos para nombrar a alguien en tan destacado y delicado cargo al interior de la Fiscalía, ellos siempre han preferido a aquellos rascaespaldas que puedan, por decirlo de alguna manera gráfica, “titiretear” y que no escatiman en lambonería y sumisión absoluta.

Para nada se valora el esfuerzo y los resultados en casos significativos por parte de abnegados fiscales que dan el todo por el todo en pro de Santa Marta (algunos hasta sin ser Samarios), a los nominadores les es suficiente basarse en un grueso número de actividades aunque sean totalmente intrascendentes para la sociedad. Cantidad y no calidad.


Pocos Fiscales cuentan con la sencillez de espíritu y el valor de enfrentar procesos verdaderamente significativos para el Magdalena, pero qué se puede esperar de una Fiscalía central que históricamente enfoca los esfuerzos por demostrar su trabajo mediante abultados números estadísticos (vacíos por lo general) y no con resultados eficaces en procesos de alto valor e interés social. Que lamentable es que el poder central de la Fiscalía confunda y supla la disciplina y el trabajo de fondo con el arrodillamiento de algunos ambiciosos petulantes y cifras hueras.


Bajo estas condiciones, lo más seguro es que para colmar la vacante de Delegado Sexto ante el Tribunal le pongan el ojo a algún cascarón que solo aparenta rendimiento, y que nada más ofrece egocentrismo mientras que su labor es meramente superficial, sin que nadie, de otra parte, se tome la (aburrida y dispendiosa) tarea de analizar los resultados en procesos que en verdad interesan a la ciudadanía.


Con espasmo se escucha circular el rumor de que para el cargo vacante se tiene en el mira a alguien que como fiscal, la verdad, es bastante deslucido y que poco ha aportado en impulsar la acción penal en contra de tristemente célebres dirigentes del ejecutivo regional y local bastante cuestionados por su mala gestión, por el contrario, lo que ha hecho es archivar las investigaciones en su contra, mientras que, por otro lado, existen Fiscales que han dado genuinas batallas contra la corrupción doméstica pero que no se inclinan a lengüetear las suelas de los poderosos Directores (as) Seccionales y/o Nacionales, cuya ímproba labor, por tan simple razón, jamás será tenida en cuenta, únicamente por no ser un solapado pero obediente y entrenado lambón.


En fin, esperamos que un cargo tan vital para la comunidad, como el de Fiscal Delegado ante el Tribunal, sea satisfecho por alguien que en realidad lo amerite y que lo haya sudado, y no, como ya ha sucedido, por las sempiternas momias inertes que ya han sido o por aquellos funcionarios que solo lo necesitan para ajustarse una buena pensión, sin que en realidad les importe impartir un gramo de justicia para esta agotada sociedad.


Amanecerá y veremos, entre tanto, Dios salve al Magdalena.