En una región marcada históricamente por la desigualdad en el acceso a la tierra, el Gobierno Nacional dio un paso significativo en su política de reforma agraria: la recuperación y entrega de 465 hectáreas a 200 familias campesinas y étnicas del municipio de Fuente de Oro. La jornada, liderada por la Agencia Nacional de Tierras (ANT), representa uno de los avances más concretos en la redistribución de predios improductivos o mal utilizados, y en el fortalecimiento de la economía rural en el departamento del Meta.
Una tierra que vuelve a manos campesinas
Los predios entregados —“Los Naranjos”, “Juanchito”, “El Refugio” y “San Carlos”— estaban integrados a un globo mayor conocido como “Verdum”, administrado tiempo atrás por la Sociedad de Activos Especiales (SAE). Durante años, parte de estas tierras fueron explotadas de manera irregular para ganadería extensiva, sin contratos válidos ni autorización del Estado.
Tras el proceso de recuperación jurídica adelantado por la ANT, el predio Los Naranjos, de unas 261 hectáreas, fue adjudicado a dos organizaciones rurales:
- Asociación Agrocon Futuro para Todos, que agrupa a cerca de 170 familias campesinas.
- Asociación de Mujeres Agrícolas y Pecuarias de Puerto Esperanza (Asomagrope), integrada por unas 30 mujeres rurales, muchas de ellas cabeza de hogar.
Las hectáreas restantes se distribuyeron entre familias de comunidades campesinas y étnicas organizadas en la zona.
Un acto que va más allá de la entrega física de la tierra
La ANT destacó que esta restitución no es solo un trámite administrativo, sino una apuesta real por reactivar la productividad en regiones golpeadas por la informalidad agraria y la concentración de la tierra. La entrega se fundamenta en el principio de función social y ecológica del suelo, consagrado en la Constitución y enmarcado en los compromisos del Gobierno para dinamizar la reforma rural integral.
“Estas tierras deben producir y deben devolver dignidad a quienes por décadas han trabajado sin una base propia ni seguridad jurídica”, expresó el equipo territorial de la ANT durante el acto de entrega.
Las familias: entre la esperanza y los desafíos
Para las familias que recibieron las parcelas, el momento representa una mezcla de alivio, esperanza y responsabilidad. Muchos de ellos vivían en arriendo, en ocupaciones informales o trabajando en fincas ajenas. Ahora empiezan un proceso de organización productiva que exige recursos, asistencia técnica y acceso a créditos.
Mujeres de Asomagrope señalaron que por primera vez podrán sembrar sin miedo a ser desalojadas. “Llevamos años produciendo sin tierra propia. Ahora sí podemos pensar en un proyecto estable para nuestras familias”, dijo una de las lideresas durante el evento.
Un territorio clave para la reforma agraria
El Meta ha sido históricamente escenario de conflictos agrarios, desplazamientos y una fuerte presión de grandes modelos ganaderos. La adjudicación de predios en Fuente de Oro se suma a otras iniciativas en la región orientadas a ampliar la formalización de la propiedad rural, promover la soberanía alimentaria e impedir que tierras del Estado vuelvan a actividades ilegales o a la explotación privada sin control.
La recuperación del globo “Verdum” también evidencia una mayor vigilancia sobre predios de la SAE que, durante años, terminaron en manos de particulares sin procesos formales de arrendamiento o administración.
Aunque la entrega de los predios es un avance, los beneficiarios aún enfrentan varios desafíos:
- Acceso a agua y vías terciarias, esenciales para garantizar la productividad.
- Asistencia técnica continua para impulsar proyectos agrícolas y pecuarios viables.
- Titulación definitiva y acompañamiento jurídico para evitar futuras disputas.
- Mercados y alianzas comerciales que permitan que la producción rural sea sostenible.
Las asociaciones campesinas insistieron en que la reforma agraria no puede quedarse en la adjudicación: debe incluir herramientas para que la tierra sea rentable, y no solo un papel.
Un paso importante en un camino largo
La recuperación de estas 465 hectáreas y su entrega a 200 familias campesinas y étnicas constituye un hecho relevante para el Meta y para la política agraria del país. Es un recordatorio de que la lucha por la tierra sigue siendo un eje central del desarrollo rural colombiano.
Para las familias de Fuente de Oro, este puede ser el comienzo de una nueva etapa: una en la que la tierra sea no solo un medio de producción, sino un proyecto de vida con dignidad, estabilidad y futuro.