El General de la Paz y el país que recibe: William Rincón Zambrano asume la Policía en medio de un orden público fragmentado

Oct 24, 2025

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El brigadier general William Rincón Zambrano asumió este viernes como nuevo Director General de la Policía Nacional en una ceremonia encabezada por el presidente Gustavo Petro Urrego.


Lo hizo frente a más de mil jóvenes de los Laboratorios de Paz, símbolo de una generación que sueña con una Colombia menos violenta, y en medio de un contexto de orden público que pone a prueba la fortaleza del Estado.

No fue un discurso de poder, sino de propósito.
Rincón Zambrano habló de tres palabras que marcarán su gestión: Seguridad, Dignidad y Democracia (S2D).
Tres dimensiones que, según dijo, deben guiar el nuevo servicio policial para que la autoridad vuelva a ser sinónimo de confianza y no de miedo.


“Queremos una Policía que se parezca más a su pueblo, que cuide sin miedo y que no tema ser observada”, expresó, en una frase que resume su intención de reconciliar a la institución con la ciudadanía.

El nuevo director asume el mando en uno de los momentos más complejos para la seguridad nacional.
En las regiones, las disidencias de las FARC, el ELN y el Clan del Golfo mantienen su ofensiva por el control territorial. En las ciudades, el hurto, la extorsión y el microtráfico han reconfigurado las formas del crimen y al interior de la Policía persiste una crisis de legitimidad que no se resuelve con uniformes nuevos, sino con cambios profundos en la cultura institucional.

Rincón Zambrano lo sabe.
Por eso, durante su discurso fue claro al advertir que la inteligencia policial no podrá ser usada con fines personales o políticos.
“La inteligencia debe desarrollarse con neutralidad institucional, respeto a los derechos humanos y sin injerencia de intereses particulares”, dijo ante el jefe de Estado.
Un mensaje que resuena en un país donde las líneas entre poder, información y persecución han sido, con frecuencia, peligrosamente delgadas.

Su trayectoria lo respalda

Rincón a comandado operaciones de alto impacto como Agamenón, ofensiva sostenida contra el Clan del Golfo; creó el Cuerpo Élite, unidad que logró esclarecer más de la mitad de los homicidios contra líderes sociales y firmantes del Acuerdo de Paz; y fue Inspector General de la Policía Nacional, donde trabajó por la transparencia interna y el control disciplinario.
Es Administrador Policial y Abogado egresado de la Universidad Libre de Colombia, con especializaciones en Investigación Criminal y Derecho Penal y Procesal, y cursos en operaciones urbanas y seguridad rural.

Pero más allá de su hoja de vida, su historia personal lo define

El general Rincón perdió a su hijo, Juan Felipe, asesinado años atrás. Ese dolor, que no se cura con los grados ni con el tiempo, le dio una mirada distinta sobre el servicio. “Cuando un uniformado caiga herido, estaremos allí para sostener a su familia; cuando uno de los nuestros atraviese una crisis emocional, tendrá apoyo psicológico y espiritual; y cuando un hijo de policía necesite educación, encontrará becas y oportunidades”, prometió, y muchos entendieron que no hablaba desde el protocolo, sino desde la herida.

La ceremonia, que reunió a mandos policiales, autoridades civiles y jóvenes de distintas regiones, fue también una declaración de intenciones.

La presencia de los Laboratorios de Paz fue un gesto político del Gobierno y del propio general Rincón, a quien ya en los pasillos llaman el General de la Paz. Esa definición no alude a pasividad, sino a una nueva manera de entender la autoridad: firme, pero cercana; respetuosa, pero decidida.

El país que recibe, sin embargo, no es sencillo. Colombia vive una fragmentación de su orden público: regiones sin Estado, fronteras permeadas por el narcotráfico, violencia selectiva contra líderes sociales y una ciudadanía que, entre la desconfianza y el miedo, reclama resultados, la Policía enfrenta además un desafío doble: recuperar su eficacia operativa y reconstruir su legitimidad ante los ciudadanos.

En los próximos meses, el general Rincón tendrá su primera gran prueba, garantizar la seguridad de los comicios electorales.
Ha dispuesto un plan integral para las fases preelectoral, electoral y poselectoral, con énfasis en la protección de aspirantes y en la vigilancia de los puestos de votación. El éxito de esa operación será un termómetro de su liderazgo y de la capacidad de la institución para actuar sin sesgos políticos en medio de un país polarizado.

Rincón Zambrano no promete milagros, pero sí una transformación desde dentro.
Su apuesta es devolverle sentido humano al uniforme, y con ello, devolverle al ciudadano la confianza en su Policía.
Al final de su discurso, pronunció una frase que sintetiza su visión:
“Trabajaremos para que en Colombia proscriba la intolerancia y les permita a los jóvenes romper con la trágica herencia de un espiral de violencia”.

Uno de los desafío monumental no se trata solo de combatir el crimen, sino de reconstruir la autoridad moral de una institución que necesita volver a mirar a los ojos del pueblo sin miedo, y lograr que el pueblo vuelva a creer que ese uniforme protege, no amenaza.
Si logra eso, el general William Rincón Zambrano no solo habrá dirigido a la Policía, habrá ayudado a reconciliar a Colombia con su propia idea de justicia y de paz.

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